Las horas pasan lentamente mientras sirvo copa tras copa. Mi madre solía decir que las noches están plagadas de bichos raros y pienso que nunca se equivoco. Mi padrastro siempre me maltrato. Pobres estúpidos.
Esta vida asquerosa me deprime. Venir a caer en este local de mala muerte.
La fiesta estaba en todo su apogeo. Entre la música, las luces y el deprimente despelote, han hecho que me anime. Así, fui por mi mejor preparado de la noche. Una mezcla de fuertes licores y el toque especial. Uno a uno, bebían mi trago. Las risas aumentaban. Cuando todos estaban servidos, corrí exultante hasta la puerta principal reía intensamente mientras me bañaba con el dulce licor. Me detuve y vi como caían uno a uno estos insectos, retorciéndose del dolor. Al final pegue un grito:
_ ¡No marchen sin mí, cabrones!
Y así, con un mechero, encendí mi cuerpo. Me convertí en la antorcha que guiara a esta gente hasta el infierno.
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