HOMOPERFIDUS: III PARTE

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HOMO

Las agujas del reloj marcaron en el tiempo
toda presencia perpetua de una larga vida,
atrás quedaron las difuntas semillas rotas.
Muertos los tristes impuros reinará el nuevo orden
atrapado en el extraño dilema creador.

Las ondulantes letras conviven en el campo
libremente desnudos, ajenos a la ronda
observadora de quien invento las recetas
añoradas eternamente y que les impiden
desaparecer secando tan fatal sudor.

Por fin reconoces en el espejo aquel cuerpo
donde poder depositar la esencia cortada
en miles de pedazos al antojo de vastas
civilizaciones hundidas que no conceden
tregua ninguna para un complejo contendor.

PERFIDUS

Maldita traición que acechabas
oculto en un lugar perfecto
por senderos en blanco y negro
que pueblan caprichos infieles.

Te ríes sin compasión del hijo
que cayó rendido a tus besos…

¡El puñal se clavó en la espalda!
sin pensar salió de la nada…

Maldito desleal que regresas
para poner duras espinas
en la cabeza de los hombres
que renacieron inocentes.

Nos arrastra el mal proceder
que emana de tu negro ser
a lo más hondo del abismo
ahogando tu maltrecho lomo.

SALVACIÓN

El horizonte se abre ante los ojos sangrientos
buscando en su interior indicios de salvación.
Una pequeña luz nos ilumina
en el largo camino del Señor,
nos libra de los antojos
burdos de la maldición
quitándonos la pena
más triste sin temor.
¡Mundo! Se volvió savia…
No quiero más paraísos.
¡Aleluya! Gritad todos
que es el momento de vida.
Han sido eliminados de las mentes
todo vestigio de claros pecados.
El Nuevo Orden renacerá en todo los rincones
esperando que nunca resurjan los defectos…

EPÍLOGO

Hoy jamás será el final de la historia por que todo se transforma.
Si en algún momento estuvimos o estamos al borde de la catástrofe,
siempre habrá quien tranquilice al huracán con suaves rachas de viento.

Escucha la voz que te llama desde lo más recóndito del alma.
Dulce melodía que te revive y transforma el pensamiento de tu fe,
aquella que te confunde y te arrastró por los caminos del lamento.

No es tiempo de suplicio, más bien tiempo de cambiar las cosas que matan…
Es así que el cambio salga de nuestro interior, pues ellos se
percatan.

La armonía renacerá de las profundidades remotas también.

Así sea AMÉN…



                                                 FIN


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