Pasan los días, las horas, los minutos y bueno, sigo llendo al instituto con la misma convicción de que lo único bueno y positivo es que puedo verla más tiempo, verla por los pasillos, por las escaleras, es la razón de venir a esta cárcel de ladrillo viejo y ventanas de hierro rojo. Una necesidad, la de verla, que me hace estar aquí seis horas al día y solo por verla una horas más al día, que puede parecer poco, pero... Pero esa hora es la que me da la vida y me alegra los días. Pero son seis horas al día encerrado en esos rectángulos de paredes sucias y lleno de mesas y sillas cada cual más incómoda y vieja que la anterior y como no, cada una de ellas llena de esas personas que van a "aprender" pero que van al igual que yo a sentarse allí, a escuchar la charla de turno o el discurso del profesor de turno y marcharse a hacer lo que de verdad les apasiona o importa y claro, como no podían faltar esos profesores que pagan en ti sus frustraciones con amenazas de la índole de: como sigas así voy a llamar a tus padres, como si ellos fueran el teniente y tu el soldado, y pienso yo, no se darán cuenta que si nos dormimos o distraemos será porque es una cosa que no es de nuestro interés, dejarnos en paz que ya nos daremos cuanta nosotros solitos y le pondremos interés cuando lo necesitemos, pero volviendo al tema principal, no se si sere el único o si a vosotros os habrá pasado pero hay veces, muchas, que vas a al instituto por el simple echo de ver a la chica que nos gusta, que en mi casi es mi novia que aunque la veo a bastante tengo la necesidad de de estar con ella y si ello supone estar en la cárcel de ladrillo viejo, de paredes sucias y ventanas de hierro rojo y viejas llamado instituto... Pues encantado de ser prisionero aún teniendo su lado malo.
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