Mi primera vez
Era viernes por la tarde, mi amiga Cristina y yo nos dirigíamos hacia el coche charlando de lo bien que nos lo íbamos a pasar aquel fin de semana en casa de su padre.
Cuando entramos en el coche, su padre nos saludo a Cristina y a mí, preguntándonos que tal nos habían ido las clases y que plan teníamos para hoy.
Cristina le dijo - ¡Hola papá! pues hemos quedado con Izan para pasar la tarde, nos está esperando en su casa.
Muy bien le dijo su padre. - No tendré que desplazarme mucho para llevaros, que suerte que lo tengamos al lado de casa, puerta con puerta- dijo entre carcajadas.
Izan... cada vez que escuchaba su nombre no podía evitar ponerme nerviosa. Izan, por aquel entonces era mi pareja, mi primer amor. Estaba deseando verle.
Cuando al fin llegamos a casa de Cristina, su padre nos dejo en el portal y él mientras se marchó a buscar aparcamiento.
Cristina nada más llegar al portal, llamo directamente al timbre de Izan.
-¿Quien?- Contesto Izan a través del telefonillo.
-Somos nosotras Izan ábrenos.- Contesto Cristina
-¿ Nosotras, quien?- Volvió a preguntar él, intentado quedarse con nosotras.
- Pues nosotras, ¿quién va a ser, imbécil? Venga abre que vengo con Vicky.
No se escuchó nada más y tardó muy poco en abrirnos la puerta.
Subimos las escaleras hasta el último piso, él estaba en las puerta esperándonos para dejarnos entrar.
Cuando me vio, me lanzó una mirada muy picara y me dijo con una sonrisilla- Hola! qué guapa que estas con el uniforme del colegio. Pasa, pasa no te quedes en el rellano.
Ambos éramos dos críos en aquel entonces. Yo estaba muy enamorada de él y casi que hacia cualquier cosa que me pedía.
Nunca habíamos pasado de besarnos y toquetearnos y el siempre se quedaba con ganas de más... incluso en varias ocasiones (de esto me entere más tarde) le dijo a mi amiga que me convenciera para acostarme con el de una vez.
Aquella tarde transcurría como cualquier otra, nos echamos unas partidas a la play, estuvimos hablando de nuestras cosas...etc
Cristina seguía viciada a un juego de la play , mientras Izan y yo nos besábamos y nos metíamos mano descaradamente en la cama.
El me susurraba al oído, -¡Madre mía Vicky! me encanta tocarte por debajo de la falda del uniforme, no veas cómo me estas poniendo.- Yo notaba lujuria en su mirada y en sus tocamientos por mis muslos cubiertos con unas medias, sus manos, cada vez iban subiendo más hacia mi entrepierna y yo no podía evitar sentirme nerviosa y acalorada a la vez.
Cristina, se percató de la situación y nos empezó a decir, -Va chicos por qué no folláis de una vez sí, lo estáis deseando!
Izan le contesto- Yo si... pero ella no se, parece que no me quiere porque nunca quiere llegar a eso... y me miro con carita de pena.
Yo no pude evitar ponerme roja como un tomate por la situación. Y tan solo pude decir - No se me da miedo hacerlo, porque me han dicho que duele.-
Cristina me dijo - No seas tonta Vicky! Solo duele la primera vez luego no, cuando antes lo hagas mejor.
Tonta de mi, cedí. Diciendo- Bueno vale, para que luego digas que no te quiero eh!-
Pude ver en la cara de Izan una sonrisa enorme de satisfacción al oírme ceder.
Estábamos en su cama acostados, yo estaba súper nerviosa... cada vez que me tocaba mi cuerpo se tensaba. Nunca me había pasado eso con él.
Mientras, Cristina seguía a lo suyo, se puso unos cascos para no escuchar el espectáculo.
Deslizo las sabanas para que pudiéramos meternos dentro, y yo me quité las medias y las braguitas. El se bajo sus pantalones y shorts. Me puse encima de él y dándole un beso le dije. -Porfa, no te muevas tu, prefiero moverme yo para no hacerme daño.- El asintió con cara de niño bueno.
Él ya estaba preparado para la faena, notaba su erección en mi vulva. Yo me movía lentamente rozándome contra su pene y notaba el calor que desprendíamos de nuestros sexos.
Tras unos minutos de besos, y rozamientos el deslizo su brazo hacia la mesilla de noche y sacó un preservativo.
Tragué saliva y me dispuse a colocárselo con las manos mientras tocaba su grueso pene.
Estaba asustadísima, llegaba el momento de la verdad y yo no paraba de pensar en el daño que me iba a causar meter eso dentro de mí.
Dejé la mente en blanco y me coloque encima de él y poco a poco fui introduciéndome su pene en mi vagina. Su cara reflejaba placer y me decía. - Pero que cerradito lo tienes, me encanta mmm...-. Mientras que yo, no sabía cómo disimular el dolor de la mía. Me movía arriba y hacia abajo con movimientos lentos, y aquello no parecía que avanzase, parecía imposible adentrar aquel pene grueso dentro de mi.
Tras varios intentos, sacando y metiendo la puntita de su pene, al final logre introducirla del todo dentro de mí y seguí moviéndome un poco más deprisa, él gemía de placer mientras me decía lo bien que lo hacía.
Yo por desgracia, no sentía ningún placer... y cuando por fin terminó me levanté y me vestí lo más rápido que pude.
El se sentó al borde de la cama y se quitó el preservativo, se vistió a un ritmo bastante lento en comparación con el mío.
Cristina, seguía jugando con la play, le toque el hombro y ella me dijo. - ¿Que tal ya habéis...? -
Le dije. - Si tía, corre vámonos a tu casa. No me acabo de creer que lo haya hecho, no se por qué te hago caso.
Cristina me dijo. - Uy! Pero serás pava, seguro que no ha sido para tanto, ¿Tan mal a estado el chaval? jajaja... Bueno cojo la chaqueta y nos vamos.
Nos dirigíamos juntas a la puerta e Izan salió de su habitación para despedirse.
Yo estaba tan avergonzada que ni le mire a la cara, le dije adiós y ya está. Cristina se detuvo un momento a hablar con él mientras yo le esperada a escasos metros en la puerta de su casa.
Cristina se despidió de Izan - Adiós vecino, luego te digo algo para ver que hacemos.
Izan no dijo nada. Me miró con una mirada de incertidumbre y cerró la puerta.
Cuando Cristina abrió la puerta me fui corriendo al baño, me quite la ropa y me metí en la bañera para ducharme. Ella extrañada vino detrás de mi y se metió conmigo al baño.
-¿Qué coño te pasa tía? ¿Por qué estas tan rara?
Se asomo a la ducha y me vio sentada con las rodillas apoyadas en mi cara mientras me caía el agua encima. De entre mis piernas salía un hilo de sangre... y de mis ojos lagrimas.
Ella me dijo- No te preocupes por la sangre eso es normal. Como te dije antes, la próxima vez no te dolerá. Es por algo que hay que pasar para poder disfrutar del sexo.- Se quito la ropa ella también, entro en la bañera y nos duchamos las dos juntas.
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