EL CERRO NEGRO

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El cerro negro
Cuento corto

Elevación de tierra aislada con un gran contenido de basalto negro. De allí
su nombre. Desde tiempos ancestrales se uso como cementerio de privilegio, primero de la aldea, luego del pueblo y ahora de la ciudad que se está formando en sus inmediaciones. Solo los personajes importantes, Intendentes,  jueces, militares de alto rango, hacendados muy pudientes, algún obispo, tenían el derecho al descanso eterno en el cerro desde el acceso este. Lugar desde donde sale el sol en todas partes del mundo. El diseño arquitectónico en su estudio definió que desde las primeras luces del alba hasta el ocaso la necrópolis estuviera iluminada. Es por eso que todas las puertas de los mausoleos y artesanales tumbas fueran orientadas en esta dirección.  
Todo esto nacía desde donde  los asuntos de identidad son teóricamente formulados y políticamente colocados, ubicando la diferencia, en las particularidades culturales de la diferenciación de clase. La identidad se vuelve un lugar único y esencial, una noción soberana del querer ser alguien trascendente, anqué no se lo sea. Desde donde la trascendencia puede ser comprable. Así, en el cerro, el mármol y el bronce intentaban perpetuar las identidades que rápidamente se perdían en la ciudad entre los pleitos de intereses, de herencias, de haciendas y sucesiones políticas con más concurrentes de parientes y allegados que en el propio sepelio del importante difunto.   

La gente común tenía su propio cementerio al pie con acceso desde el sur desde donde viene el viento frio en invierno. Tumbas de tierra, alguna loza, cruces sencillas de madera o hierro forjado.

Entre la necrópolis del cerro y el camposanto del pie se elevaba una alta pared de granito que recordaba el límite de los arriba y los de abajo.

Algo notable en el de abajo era la presencia de deudos recordando sus seres queridos, a veces con lagrimas otras con una sonrisa, mezcla de vivencias que en los ancianos se remontaban muchos años en el tiempo y con la esperanza de un reencuentro próximo en ese lugar ideal dónde sabían que eran esperados. La tierra reciente o hace tiempo removida olía a amor.

Durante el sismo ocurrido en el último verano  se abrieron huecos en el cerro y rodaron mausoleos lozas y tumbas por la ladera en una confusión de huesos que emparejó a todos los difuntos en la misma igualitaria certeza de la muerte. Quizás algunos pudieran comprender que no se pueden comprar féretros  o mausoleos que duren para toda la muerte. 

 

Sergio Pellizza

23 Diciembre 2014.

 

 


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