El amor en otra escala
Eran vecinos, pero no estaban cerca. El lugar donde nacieron y se criaron era inmenso. Sin embargo de ves en cuando se acercaban cuando la providencial luz de sus propios amaneceres lo permitía.
No estaban presos pero si debían respetar rigurosas reglas de comportamiento que existieron desde siempre. Ella y él lo sabían. Siempre habían acepta las reglas. El, grande, pesado, fuerte, casi inmóvil solo esperaba el paso de ella, tan deliciosamente ligera, con esa particular agilidad movediza y provocadora. El se sabía atractivamente poderoso y la deseaba con toda su fuerza. Ella al comienzo solo quería coquetear pero de tanto verlo termino enamorándose perdidamente y permitió que esa fuerte atracción la condujera al ya inevitable contacto. Se unieron y explotaron juntos en un instantáneo orgasmo cósmico de luz. A partir de allí se supo que la materia desde sus más elementales partículas constitutivas puede ser feliz. Mucho después estas elementales partículas fueron llamadas átomos, protones, electrones.
Todas destinadas a organizarse en elementos cada ves más complejos.
Lo que nadie supo ni sabrá nunca es que en estos procesos, en esta micro intimidad de la materia, cada nonosegundo hay continuas explosiones de amor. Solo muy pocos intuyen que estas son las partículas de Dios.
Sergio Pellizza
Enero 2015
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