Menstruar casi arruina mi fiesta.

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Lo cierto es que me tomó por sorpresa. Me llamó yo saliendo de la universidad y preguntó si me animaba a verlo en casa de un amigo que, “casualmente”, iba a salir y lo dejaría solo por un rato. Como me quedaba más o menos cerca decidí ir, a sabiendas de cuáles eran sus intenciones.

Llegué y un rato después ya estábamos solos en la casa. Sabía a lo que íbamos.

Se apresuró en cerrar todo bien y llevarme hasta la habitación donde se dispuso a empezar sin perder tiempo. Pero preferí interrumpir para que nos refrescáramos porque venía de un día ajetreado y no me sentía cómoda. Aceptó. Nos metimos a la regadera, ayudándonos para más rápido y, por qué no, más entretenido. Nos ayudábamos con el jabón y no puedo negar que se siente rico que a una la enjabonen, especialmente en la entrepierna… Una vez frescos volvimos al cuarto donde tendría lugar la segunda vez.

Empezó a besarme fuerte y yo igual para ir “haciendo ambiente” y endureciendo y humedeciendo aún más. Bajo por mi pecho de espacio y con firmeza y me recostó en la cama subiendo detrás de mi. Se acostó y movió mi cabeza hacia su pene para que lo trabajara un poco; a lo que accedí conforme. Estando medio sentada de lado me dispuse a chuparle todo cuanto cabía en mi boca y jugar con sus testículos. Me senté entre sus piernas y volví a succionar fuerte y meterme en la boca cuando pudiera, todo sin descuidar sus testículos. De repente se incorporo y me aparto agarrándome la cabeza con ambas manos y fue ahí cuando eyaculó.

Luego de limpiarse se tendió en la cama y yo a su lado empecé a estimularlo despacio para poder continuar. Tocaba delicadamente su pene ahora blando y sensible como sus testículos. Sentía como se iba endureciendo lentamente y él, por su parte, seguía recostado y una que otra vez alzó la cabeza para besarme y ver cómo funcionaba la echada de mano.

Por fin estuvo erecto por completo y se incorporó nueva vez sentándose en la cama y buscando condones que luego me permitió ponerle porque le había dicho que no sabia hacerlo. Se lo coloque y me besó en señal de aprobación. Me empujó hacia atrás quedando yo boca arriba en la cama y poniéndose él ahora sobre mí para, por fin, penetrarme.

Fue entrando despacio y con solo la puntita mientras salía y entraba lenta pero firmemente. Se mantuvo así por un rato y luego entró por completo haciéndome retorcer. Ahora estaba todo dentro de mí; todo su ancho y largo desaparecía en mis adentros y se sentía bien. Se quedó quieto un rato y, sin salir, arremetió con fuerza varias veces haciéndome gemir fuerte. Tenía mis manos agarradas sobre mi cabeza y las presionaba fuerte con sus brazos firmemente y así salió, lentamente, para darse cuenta que había sangrado lo que significaba que estaba menstruando y no lo había notado. Parece que en sus metidas profundas había tocado el flujo que aun no me bajaba y decidió cancelar la sesión por menstruado.

Fue frustrante, como estábamos en casa ajena no podíamos arriesgarnos a manchar las sábanas. Se paró y se disponía a irse cuando decidí continuar en un lugar… menos “delicado”. Entonces lo traje conmigo al piso y ahí pudo continuar un rato más y retomar la dureza casi perdida, pero de nuevo vio el condón ensangrentado y canceló :( .

Nos fuimos a lavar al baño y una vez más en el cuarto decidí ayudarme un poco… Me tiré en la cama abierta de piernas y me disponía a masturbarme cuando me miró y se me subió encima quedando de rodillas sobre mi pecho y empezó a moverse de adelante hacia atrás haciéndome sentir como su pene lograba otra vez, una bella erección a la que respondí sonriente mientras él bajaba sus calzoncillos y hacía entrar en mi boca su recién lavado y hermosamente erecto pene. Mis manos quedaban fuera del juego y las suyas las usaba para sostenerse contra la pared mientras hacía movimientos de cintura con los que su pene entraba y salía de mi boca que no podía hacer nada excepto mantenerse abierta y aceptar conforme lo que me brindaban.

Gemía roncamente e inclinaba su cabeza hacia atrás a medida que aumentaba la velocidad y profundidad usando mi boca sin dejarme opción. Entraba y salía; entraba y salía sin hacer más que gemir y moverse rítmicamente hincado sobre mi pecho. Era su objeto de desahogo; y me gustaba. Me estaba usando; y me gustaba. Ahora todo se trataba de él y sus ganas de venirse encima de mí; y me gustaba.

Por fin fue frenando el ritmo y en una embestida profunda, a la que respondí cerrando los labios para proporcionarle más placer, eyaculo dentro dejándome la boca llena de sus ganas ahora saciadas.

Menstruar casi arruina mi fiesta… casi. Pero, a pesar de no haber sido penetrada como tanto deseaba... hay más placer en dar que en recibir.


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