Vivíamos bien. No nos podíamos quejar. Parecía incluso que estábamos en libertad. Más bien era una pseudolibertad, ya que al fin y al cabo no vivíamos en una libertad real. Solo en algo parecido.
Intentaba disfrutar de mi estancia en aquel lugar, ya que aunque bien es cierto que estaba allí en contra de mi voluntad, el sitio estaba bien. Bonitos jardines, buena comida y compañía. Pero por mucho que lo intentaba, no lo conseguía. No conseguía quitarme de la cabeza el recuerdo de mis seres queridos, a los que hacía tiempo ya que no veía y a los que espero volver a ver pronto.
Nos trasladaron aquí en camión, el viaje no fue tan cómodo como a lo que me tenían acostumbrado. Después de bajar de aquel camión, nos metieron en una habitación oscura. Me asustó bastante, todo hay que decirlo.
Llevo en esta habitación muchas horas, diría que incluso días. El suelo es de arena. No veo nada, pero lo siento. Se oye mucha gente. Parece una especie de estadio o algo similar. Estoy nervioso. Me han apartado de los demás toros. Creo que me toca salir. No sé lo que me espera al otro lado. Solo espero reencontrarme con mi familia ahí fuera.
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