LAS HEMBRAS PERDIDAS

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El desmoronamiento zumba y su zumbido todo lo llena.
Retumba bajo los pasos fatigados de la miseria
En los abrazos imposibles y perdidos,
En el llanto y en la risa que tirita neurasténica,
En el horror de la última miga del pan de trigo negro evanescente
Del huidizo último, sí último bocado.

Las farolas pueblan las calles de sombras.
Las farolas,
Desde su esbelta figura iluminada, amenazan que darán luz negra
Y en las esquinas les responden, meneando bolsos y caderas, las desfallecidas hembras.
Las hembras de España.

¿Quién ha rescatado del recuerdo  las bocas hambrientas?
¿Quién ha levantado las lápidas de la miseria?
¿Quién nos ofrece nuestra propia mortaja como alimento y se alimenta de ella?
¡Qué noche ha caído sobre mi tierra! Y en las esquinas, quién espera.

Mientras tanto. Oh, sí, mientras tanto
Las hembras de España.

Vendrán los sajones ebrios de cerveza
Vendrán este verano a España
Con el recuerdo de dos tetas bien puestas
La mirada inyectada y bovina, y dispuestos a devorar
Las hembras de España.

¿Quién?
Dímelo tú.
Ay, España, hembra en la esquina de Europa.

***
Nunca saliste de la caverna pero no lo sabías.
No sabías que el corzo huye de sus  soledades a la miseria
No sabías que eras tú -sí tú y no otro- la pieza del cazador
Porque nunca saliste de la caverna pero no lo sabías.

Remotos te llegan los llantos olvidados
Remota la noche que te pertenece retorna
Remota la lucha se te enciende pero no sabes qué hacer con ella.

***

Las hembras de España en tus sueños de gaviota mediterránea
Pasean dichas de flor de imposible y te desprecian porque se desprecian
Porque cuelgan de sus pechos niños famélicos y abecedarios callados.

Las dunas de este páramo son de roca y aristas
Sus sombras abominan la vida
Son las sombras  traspasadas de las hembras perdidas.

Una fuga en el pentagrama del  llanto es la melodía trágica que te avasalla.
Bates las alas sobre el mar sin olas ni horizonte
Sobre las babas babeantes de cerveza ¿recuerdas?

Huyen los pasos y dejan huérfanos zapatos como deseos anclados o muertos.
No hay camino caminante: el poeta yace bajo la tierra.
La boca del rapsoda se puebla de cuchillas sin lengua.
*
Y las hembras de España te miran y callan.
Y lloran las gaviotas por el cielo de miseria.
Amenaza un sol negro y frío, y tiemblas.
Y te vas, andando sin tus pasos,
Llorando sin tu llanto,
Hablando
Perdidos el discurso, la razón
Y el poema.


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