Esta es la carta más amarga que he escrito nunca. Pero necesito escribirla para despedirme y pasar página....
Hace unos días estabas conmigo y ahora te has ido. Verlo de esta manera es angustioso, como una pesadilla. Y así es como hemos vivido Papá y yo estos días.
Aquella fatídica tarde en la que empecé a manchar y tuvimos que ir al hospital. Estábamos muy nerviosos pensando si estarías bien. Y parece ser que no era así. Hicimos todo lo posible porque te quedaras con nosotros, pero desgraciadamente la naturaleza es muy sabia...
Cuantas ilusiones de van de un plumazo de la noche a la mañana. Cuantos sueños rotos en el hospital...
¡Tantas cosas quiero decirte!. Decirte que te echaremos de menos (por ahora todos los días) y que siempre nos acordaremos de ti. Que has sido una lentejita muy, pero que muy querida por tus papas y por toda tu familia. Que tenias ya muchos titos y titas que también te estaban esperando y ya te querían sin conocerte. Hubieses sido tan querido, que solo te hubiese echo falta estar sano y ser feliz, del resto me hubiese encargado yo...
Estabas siendo tan buen bebe dentro de mí, que me parece mentira que esto haya acabado tan pronto...
Para mí siempre serás el primero y gracias a ti sé lo que es prepararse para ser madre, los cambios que experimenta el cuerpo de una mamá al albergar una vida en su interior...
!El primero, el más grande, el más rápido¡ Contigo conocimos lo que es la ilusión de ser papas, investigar y descubrir todo lo relacionado con tu mundo, para que cuando estuvieras con nosotros no pudiéramos equivocarnos en nada. Aprendiendo, soñando, luchando... imaginando como serias cuando nacieras. Esto no se olvida en la vida...
Te agradezco que te quedaras conmigo aun sin poder, aun cuando tu tiempo ya había acabado. Para mí hubiera sido muy difícil tener que sacarte de mi interior, pero no hizo falta. Tu solo supiste que había llegado tu hora, nuestra hora de separarnos...
Me cuesta imaginar todos los meses que quedan y que ya no estés conmigo. ¿Que hago yo ahora sin ti, sin notarte día a día? ¿A quién espero yo ahora en agosto?...
No puedo culparte ni culparme. Se que si ha pasado esto es porque tenía que ser así. Pero eso no quita que sienta mucha pena en mi interior porque ya no estés conmigo, con nosotros...
El domingo, cuando supe que te ibas para siempre, sentí la necesidad de despedirme de ti en la ambulancia. Por eso lloraba tanto, porque sabia que era la última vez que hablaría contigo. Ahora no me arrepiento, tenía que hacerlo como hago esto ahora...
Siempre seras parte nuestra, parte de mi vida. Gracias por todo. Siempre estaré orgullosa de ti, de haberte tenido un tiempo y de que me hayas enseñado tantas cosas, cosas que sin ti no hubiera aprendido...
Esta es mi carta de despedida, para ti, mi pequeño tesoro...
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