Hasta el Próximo semestre (2a parte)
Por Cuarcita Octo 2
Enviado el 03/02/2015, clasificado en Amor / Románticos
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* Por falta de espacio del editor de texto, este relato fue dividido en 2. Por favor, lee la primera parte de "Hasta el Próximo Semestre", en:
http://www.cortorelatos.com/relato/16592/hasta-el-proximo-semestre-1a-parte/
... Apenas me incliné para tocar la espalda baja de Marina y ella dio un pequeño salto, subió una pierna flexionada a la cama y se volteó hacia mí. Ay, oiga profesor Urrutia, perdón por venir hasta ahora y en esta facha pero, quiero agradecerle mucho todas las oportunidades que me dio durante el semestre, de verdad no tengo cómo agradecerle que me haya dado chance de entrar en el grupo de avanzados y, habernos traído a este viaje de prácticas fue de lo mejor, todos estamos encantados y su clase es de las que más nos gusta. Muchísimas gracias, nos la pasamos genial, aprendimos mucho y hasta hicimos muchos amigos. Ojalá que el semestre que entra organicemos uno igual... Bueno, sólo quería agradecerle, a nombre de todos los compañeros. Ya me retiro, mañana tenemos que levantarnos temprano para recoger las muestras y empacar para el regreso. Que descanse, profe, nos vemos en la estación. Marina me dedicó una sonrisita, se inclinó rápidamente para darme un beso que iba dirigido a mi boca, pero cinco centímetros antes de tocar mis labios, se frenó y dejó el besito flotando en el aire. Marina se puso de pie de un brinco y con el mismo paso de pajarillo con el que entró, salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado y dejándonos a mí, mi pulsante inicio de erección y a la gritona presentadora de productos milagro a solas, por el resto de la noche.
A la mañana siguiente, me levanté a eso de las siete para revisar la actividad en la casa. La habitación de las chicas en la planta baja estaba vacía. Algunos alumnos madrugaron para recoger el muestreo, otros estaban haciendo maletas, algunos haraganes seguían durmiendo el sueño de la cruda de anoche, tirados como calcetines sucios en la sala, parece que ni siquiera pudieron subir a la habitación, pensé, mientras me dirigía a revisar el cuarto de los hombres. En la escalera me topé con Marina, que bajaba con rapidez y de puntillas. ¡Ay!, buenos días, profe, vengo del baño; ya casi nos vamos, ¿verdad?. En el cuarto de arriba encontré a Oropeza, probablemente aún ebrio, dormido y colgado sobre la cama, desnudo, a medio cubrir por la sábana, se le veían las nalgas. Emití un resoplido y un gesto de desaprobación que pensaba serían para mí mismo cuando, del baño de la habitación, salió en calzones Jiménez y me vio contemplando la escena. Perdón profe, ya casi estamos listos, ahorita levanto al Oropeza y nos vamos... Es que anoche nos quedamos despiertos hasta muy tarde, me dijo con voz más baja y en tono pícaro. Fingiendo complicidad, le dije, sus mariconerías, si quieren, me las ponen en un reporte por separado; nos vamos a las ocho a mas tardar.
Me encontraba haciendo un conteo de cabezas previo a abordar el autobús. Estaba Marina, estaban las 3 ñoñas, Morales, Gutiérrez, la gordita que siempre dice ay, lindura, los cuatro calcetines alcohólicos, que se veían atontados por la cruda y entumidos por haber dormido chuecos. ¿Quién les manda haberse dormido como indigentes?. Es que Oropeza y Jiménez ocuparon el cuarto ellos solos, profe. Claro, Oropeza y Jiménez son los que faltan, carajo, les dije que a las ocho, mascullé, mientras regresaba a la casa.
Oropeza y Jiménez venían bajando con sus maletas. Apúrense ya, señores, qué tal la fiesta, ¿verdad?. El lento y tambaleante paso de Oropeza, me dio tiempo para fijarme que, en la mano con que sujetaba su morral, llevaba una pulserita de cuero, una pulsera de cuero trenzado, o parecía más bien de cáñamo, o de hilo rojizo, con bolitas rojas... A ver, a ver, Oropeza, ¿qué traes en la mano?. ¡Ah!, es un premio que me gané por un trabajo bien realizado, profe. Jiménez, de hocicón, dijo, ¡Nah!, ni tan bueno, ni tan bueno, que al final te quedaste sin batería y hasta te tuve que ayudar con la conclusión. Y los dos salieron de la casa dándose empujones y golpes juguetones entre risas.
En el autobús, durante el viaje de regreso, me puse a pensar en el sistema de evaluación final para el semestre. Se me ocurrió hacer exámenes personalizados para cada alumno, es un grupo pequeño. Pensé en hacer que dos de los exámenes fueran imposibles de resolver.
En cuanto a Marina. Para el próximo viaje de prácticas, hallaré la forma de llevar un número non de alumnos y hacer que las actividades se realicen en equipos de dos.
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