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Estoy conversando con él, sí con él, me miran raro como incrédulos, yo les digo que él me escucha , me mira con esos ojos inocentes; anochece y se hace tarde para ir a barrer las calles, él se despide me da la mano, da una exclamación de tristeza por mi partida, yo le digo -que no se apene -que nos volveremos a ver en la alborada, si es que ,no hay que pensar en esas cosas, por último le prometo que le traeré su desayuno, me alejo con mi escoba y los miedos que me infunde esta metrópoli.
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