- Abre la boca - me dice la ogra vestida de blanco, mientras sostiene en su mano derecha la cuchara con puré de papa
Yo no abro la boca. Pero me quedo viendo sus anteojos, donde me reflejo. Y me da curiosidad. Y muevo la cabeza hacia ella. Mi rostro se ve más grande. Y me da mucha risa. Y me empiezo a reír y a mover la cabeza de arriba a abajo. Y cada vez me río más fuerte y empiezo a manotear. No sé porqué pero me siento muy feliz de haber visto mi rostro en sus anteojos. Ella pide auxilio y vienen otros guardias y me sujetan las manos. Otro me abre la boca. Entonces la ogra, introduce la cuchara y cuando cree que ya me dejó la papa... se la escupo. No sé por qué, pero eso también me causa risa.
Entonces, siento un piquete en el brazo y se me pasan las ganas de reír. Y me doy cuenta de que la ogra sigue introduciendo en mi cavidad bucal, el puré de papa. Que después de todo, no sabe tan mal. No sé por qué me negaba a comerlo.
Después me sientan en un sofá frente al televisor. Me siento un poco adormecido pero me gustan tanto las caricaturas, que trato de mantenerme despierto.
He despertado. No sé qué hora será, pero todos los demás están dormidos. La ogra blanca no está. Y el guardia, se cabecea en su silla reclinada sobre la pared. Y a espaldas de él, cuelgan todas esas piezas mágicas que abren todas las puertas. Pero están colgadas de la pared. Me acercaré pero no puedo alcanzarlas. Y aquí no tengo suficiente espacio para volar. Pero, ¿Qué veo? Allá está la plataforma de madera que usan a veces para quitar las cortinas. Me servirá. Ahora sí les llego. Me llevaré todas. Parecen de plata. Y la plata me da mucha energía. Listo. Ahora buscaré una salida.
- ¿A dónde llevará esa puerta? - Me pregunto mientras introduzco cada una de las llaves por la cerradura de la puerta grande.
Después de probar casi todas, una de ellas, me permite abrir la puerta y avanzar. Ahora viene todo un laberinto de pasillos y puertas que tendré que abrir. ¡Que juego tan divertido!
Por fin, me encuentro en la calle. Tantos carros y tantas luces en medio de tanta oscuridad. Tanto bullicio y a la vez, tanto silencio. ¿Por dónde debo irme? No importa por dónde. Me siento libre y con ganas de correr. Así que correré. Qué rápido voy. Ya casi empiezo a volar. pero... todavía no sé a donde iré.
¡Estoy volando! Y nadie puede verme, porque ya me hice invisible. ¡Qué hermosa sensación!
¿Qué hacen esas personas allá abajo? Seguiré a esa pareja sin que me vean. Pero, se fueron por el parque y podría chocar con los árboles. Así que mejor me bajo y los sigo por tierra. Pero invisible. ¿Qué le está haciendo él a ella? ¿La estrangula? No lo permitiré.
¿Por qué gritas, cobarde? ¿No te esperabas esto, verdad? ¿Cómo? ¿También te atreves a querer golpearme? No preciosa... Tú no grites. He venido a salvarte.
Entonces me vuelvo un monstro. Y le muerdo los pies, mientras él me patea. Pero no podrán conmigo. Las piezas de plata me han devuelto toda mi energía. Toda mi fuerza.
¿Por qué corren? No huyan cobardes. ¿Qué? ¿Han trepado a esa nave y se alejan de mi vista? No importa, los encontraré más tarde.
Mejor seguiré volando para ver a quién más auxilio. Sólo espero no enredarme en la copa de los árboles. Algo se está quemando y esos jóvenes no pueden apagarlo. Iré en su ayuda.
¿Por qué vienen contra mí? Vine a ayudarlos. ¿O ustedes fueron los que provocaron el incendio? En eso caso... ¡Quedan detenidos!
Ja Cuatro contra mí y no ha quedado nada de ellos. ¿Los he desintegrado? ¿Por qué estoy en el suelo? ¿Por qué me faltan fuerzas para levantarme? Seguramente debo recargar mi energía con las piezas de plata que traje del castillo. ¿Y este líquido rojo que brota de mi estómago? Es caliente y espeso. Si pudiera encontrar un recipiente para llevarlo conmigo y analizarlo...
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