El compromiso
Por Juan TOMÁS FRUTOS
Enviado el 07/02/2015, clasificado en Varios / otros
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Hay mañanas en las que uno surge de la nada, o puede que de todo, y se pregunta qué hacer, hacia dónde ir, qué esperar o qué modificar incluso. Son mañanas, que llamo yo, de "aparente tránsito". Luego resulta que el trámite no es tal. Cada jornada es importante, tiene su relevancia, tiene sus esencias, y, en este sentido, es consecuencia de lo que fuimos y un avance de los pronósticos futuros.
Supongo, me digo, que se trata de dudas, de imprecisiones: son descansos que, con intención o no, nos tomamos para ser nosotros mismos, o probablemente sin ningún afán determinado. Hay "vaguadas" que nos sirven para optimizar, para mirar de otra guisa, para interpretar, para surgir en la fe de unos corazones que se experimentan mancomunados, a menudo sin saberlo.
Es el caso, por unos efímeros y eternos instantes, de esta mañana, que nos trae a colación cómo fue la semana. Los derroteros, con sus "martilleos y nanas", no han sido ni malos ni buenos, no en sus valores absolutos. Han sido sencillamente, y hemos procurado que aportaran felicidad y destellos de bondad conducentes al amor. El contento viene de que algo interesante hemos cosechado.
Será así porque, mientras andamos absortos, la vida sigue fluyendo, por fortuna. Y en ese río vemos a amigos maravillosos, a gentes conocidas de las que aprendemos, a vecinos con los que nos hablamos, y sonrisas que nos hacen explicarnos la dirección emprendida. Estamos en el punto: lo humano es la medida de todas las cosas, y desde esa óptica hemos de conservar la Naturaleza, el ecosistema, y llorar y reír por lo que nos rodea buscando los pálpitos de la necesidad y sus convergentes resoluciones.
Mantengamos, en esta experiencia vital, el mejor deseo por y para nosotros. Hagamos propósito de enmienda cuando proceda y llevemos a feliz término los deberes pendientes, que siempre hay algunos.
Amanece, como nos recuerda la película, que no es poco. La dosis de existencia la tenemos que poner nosotros. Recordarlo no es una obligación: es un compromiso con nosotros y con la propia sociedad.
¡Buenos días!
Juan Tomás Frutos.
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