YOLANDA

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YOLANDA

 

La negra Yolanda tenía un alma salvaje y un corazón honesto; era de ?La     Esmeralda?, pequeña población del ?Municipio Alto Orinoco? en Venezuela. Ella conocía a la víbora y al ave. A la anaconda, a la piraña y al águila, y  lo único importante para la niña era su pueblo de origen rodeada de la empalagante naturaleza sin complicación de geografía, de pasaportes ni de fronteras.

Después de tantos años -ya no era una niña- y la gente no conocía muy bien en la forma que llegó al Hotel Colon del Azul en Buenos Aires, pero si sabían que se había hecho irremplazable y nadie reparaba en su simpleza , en su ignorancia  y su analfabetismo porque se destacaba su personalidad  por su intuición , su fuerte carácter y la firmeza de sus convicciones.

Era muy considerada por su eficacia y su voluntad en el hotel , donde dirigía con autoridad indiscutida al personal de la cocina.

Se diría que era un verdadero personaje.

Entre las provisiones llegaban constantemente grandes cachos de banana al por mayor y esta es la historia de la llegada de uno de ellos muy especial.

La negra Yolanda era muy firme y persuasiva y ella entendió que ese muy especial debía recibir un trato singular y se hizo cargo en forma personal del mismo.

Ella había descubierto en el enorme racimo de bananas una criatura notable que la desconcertaba.

 A pesar de pertenecer su gente a un culto muy primitivo de rituales  con arácnidos, y estar ella habituada al trato con las enormes pollito, a la extraña criatura que llego con las bananas no pudo relacionarla morfológicamente con la bella y orgullosa ?Grammostola Mollicoma?,(1) o con la dignísima e imponente ?Thera-Phosa? (2).

Pero no eran los nombres por los que ella las conocía, ya que esas nomenclaturas no existían en su repertorio.

Y muchas veces tenían nombres propios. Yolanda recordaba a su querida Doña Pepa,  una araña de casi treinta años de edad, cuando ella era niña.

(1) Tarántula de gran tamaño.

(2)Prefijo Thera?del griego: monstruo. Phos :  luz.

 

Tampoco conocía la negra la disciplina de aracnología cultural y de los numerosos antecedentes de arañas en grabados de las mas antiguas culturas y de la relación estrecha de los artrópodos con  rituales y religiones.

Pero era muy prolija su observación del comportamiento de las arañas y conocía las formas y dimensiones de todas las especies que había contemplado durante muchos años en la población La Esmeralda del estado de Amazonas?

Su desconcierto provenía del hecho de no haber observado jamás en su larga vida un ejemplar como el que había llegado con las bananas.

Pero no siendo persona de tenerle mucha paciencia al desconcierto ya había resuelto lo que habría de hacerse.

La negra Yolanda no era entomóloga pero sabia con seguridad lo que estaba viendo?conocía las variedades mas extrañas de arañas de las regiones donde nacía el Orinoco.

 Los terafósidos, que es el nombre de las tarántulas enormes que Yolanda veía  tenían las patas largas y su tamaño depende de la especie, pero ninguna se acercaba a las dimensiones  de la criatura que la mujer había adoptado para su veneración.

Era casi del tamaño de una cebolla, con la cabeza grande como una nuez, enormes ojos rojos , mandíbulas muy fuertes y patas mucho mas robustas de las que jamás había visto.

Y era la mascota de la pintoresca venezolana.

No? la negra Yolanda no era entomóloga pero supo que estaba frente a un fenómeno inusual y enseguida puso su primitiva idolatría al servicio de la cuestión.

Una invasión de arañas de grandes dimensiones ha sembrado el pánico en provincias del norte, informa la prensa.

Y la enfrascada mente de la negra todo lo relacionaba con el pequeño monstruo que protegía y consideraba todo como augurios de una misma cosa.

Propio de un temperamento claro y honesto, la negra comentó lo que estaba ocurriendo con su mascota pero omitiendo por pudor lo que estaba elucubrando su magín.

Una de las más antiguas emociones de la humanidad es el miedo; y el mas intenso de todos ellos es el miedo a lo desconocido y a lo que se ignora.

Del miedo surgen el odio, los prejuicios , los rechazos y desprecios sociales.

Un pensionista del hotel con curiosidad y miedo profundos dijo que iba a realizar la narración de un experimento ejecutado por él mismo.

?primero le arranco dos patas a una araña y le digo?¡Araña camina! y con seis patas camina?y después con cuatro patas lo mismo, contaba el hombre, concluyendo con una nerviosa risotada.

Esto produjo una fuerte reacción en el fanatismo y la superstición.

La negra Yolanda cambio la expresión, se puso rígida y se mordió profundamente los labios?y su terrible y enorme mascota que llegó con las bananas, se puso en marcha lentamente?dirigiéndose por los oscuros pasillos a la habitación del imprudente.

Esa noche el huésped estaba en su cama con dos profundas incisiones en su garganta y el colchón empapado goteaba lentamente en el piso mientras la golosa araña se retiraba con lentitud, tambaleándose con la barriga pesada y repleta.

La negra Yolanda había estado toda la noche entonando su canto religioso, que sonaba en la inmensa oscuridad como tétrica   y aterradora letanía.

Se puso muy seria y estuvo realizando varios rituales en su habitación.

Y como hacían ancestralmente sus mayores, a la luz de la Luna, cumplió con el viejo rito basado en la creencia  de que al comerse alguna criatura viva se adquieren las virtudes del animal comido.

La honesta y firme Yolanda no tenia muchas dudas hamletianas, decidía pronto y actuaba en consecuencia, mas rápido aun.

La araña ejecutó al pensionista y en antiguo ritual Yolanda se devoro a la araña.

Se encontraba satisfecha por haber hecho lo debido y muy feliz digiriendo un montón de virtudes, con su ritual de arácnida gastronomía.

La sangre bañaba sus labios y su mandíbula  y corría suavemente sobre su piel en una corriente leve que empapaba su cuello y ponía rojos igual que el ocaso a los turgentes y oscuros pechos de la negra.

Fue la época en que Adolfo Vilatte  escribió los mejores poemas.                          

Por esos días nadie comió bananas;

pero se siguieron escuchando por las noches para quien quisiera oírlos?leves roces de patas por la habitación de la muerte?

Y algunos dicen que también se oyen los lamentos y letanías de la negra Yolanda por los rincones de la noche.

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