Antes de pasar al hotel, fuimos a la farmacia. Yo, por un viagra, condones y una botella de agua. Ella, por algunas cosas que guardó en su bolsa y que no quise preguntar lo que era. Entramos a la habitación, sin prisas. Ella corrió a la cama y depositó su bolsa sobre el colchón. Se tiró de espaldas y me esperó mientras tomaba mi pastilla. Sé que el efecto del viagra no es de inmediato, así que no me apresuré.
- ¿Puedes ponerte de pie? - Le dije cariñoso y por primera vez le hablé de "tú"
- ¿Quieres que me quite la ropa? - Dijo mientras se levantaba
- Aun no. Quiero contemplarte. Es más, quisiera desnudarte poco a poco...
- Pues ven - Me dijo mientras me llamaba con el dedo índice de su mano derecha
Cuando se puso de pie y estuve frente a ella, la empecé a tocar desde los hombros hasta su cadera, pasando por las curvas de su cuerpo delgado. Luego me arrodillé y llevé mis manos por debajo de su cintura. Acaricié sus piernas con todo y sus pantalones puestos. Hice el intento de desabrocharlos y ella lo hizo por mí. Se los fue bajando lentamente hasta sus tobillos. Entonces, levantó su pie derecho. Luego el izquierdo. Y pude despojarla de su prenda inferior.
Contemplar sus piernas desnudas y sentirlas con mis dedos... ¡Fue el paraíso! Mi pene se empezó a levantar. Acaricié sus muslos con ambas manos y luego la sujeté por las caderas para acercarla a mi rostro. Coloqué mi rostro sobre pubis cubierta aun con aquellas negras y sexys pantaletas. Lamí sus muslos. Lamí su pubis. Bajé sus pantys y seguí lamiendo. Encontré un pubis limpio, sin nada de vellos. Y llevé mi lengua hasta ahí para seguir lamiendo. Fue cuando sentí sus manos aprisionando mi cabeza. Pero no tratando de alejarla, sino todo lo contrario.
Se sentó en la cama y le abrí las piernas. Mi lengua se hundió en la entrada de su vagina. Mis manos subieron a encontrar sus senos. Mi lengua encontró su clítoris. Y empecé a lamer y a chupar aquella extremidad como si fuera la golosina más preciada. La escuché gemir. Y eso le dio un nuevo impulso a mi miembro. Me levanté y me despojé de la ropa inferior. Ya estaba listo para penetrarla.
Tenía miedo de que aquella erección no durara, por lo que me acosté sobre ella. Al tiempo que la tomaba de las piernas y las separaba. Una vez que estuve adentro, la tomé por las caderas para que yo pudiera penetrarla hasta el fondo. Entraba y salía. Mientras nuestros sonidos y olores se confundían en la habitación. Entraba y salía. Y mi corazón se aceleraba. Entraba y salía. Y mi respiración, cada vez más agitada. Y era increíble la dureza que tenía. Me sentía joven de nuevo, al tener a alguien como Ada. Y ella empezó a gemir y aceleré mis entradas y salidas. Y terminé y me desplomé sobre ella. Casi sin aliento. Pero con aquella satisfacción que dejé de sentir hace varios años.
Cuando la vi a mi lado, me percaté que en ningún momento pude ver sus senos. Permaneció con la blusa todo el tiempo. La miré y me sonrió. Y acarició mi mejilla. Sé que iba a preguntarme, si me gustó. Pero al ver mi rostro, supo que no hacía falta.
Continúa...
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