Cita contigo y conmigo mismo.

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Aun resonaban en mis oídos las palabras de nuestro entrenador. Bueno, más que palabras eran gritos.

- ¡Jugad al unísono! ¿Dónde vas tan rápido por allí si nadie te sigue??..

Sí. Yo le recuerdo moviéndose a nuestro lado.

Gritando. Gritándonos.

Mientras la vida transcurría.

 

Todo era de una inmensa lógica. No podíamos argüir nada en contra.

El juego en equipo se convirtió en una manera de ser más que en una obligación.

 

No corras tanto cuando tu compañero no puede seguirte.

Desde entonces, antes de correr miro hacia donde está él.

Juntos corremos en paralelo.

 

Yo me había unido al club cuando José se marchó. Era mi predecesor. Le sustituí en todo. Hice lo que pude por estar a su altura.

Mi hijo me venía a ver. Yo le veía sentado en las gradas mientras el partido trascurría.

Miro a mi hijo y le veo allí.

¿Qué te podría decir yo de cómo es este mundo?

Cuando te lo diga, el mundo ya habrá cambiado. Tanto.


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