Embestida inesperada

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Me acurruco a su lado izquierdo para dormir. Es una noche cualquiera, no ha habido insinuaciones; sin embargo todas las noches el aroma que desprende su cuerpo me hace desearlo más. Le beso y lamo el cuello para despedir un día más mientras el ve el canal deportivo ESPN.

De pronto, entusiasmado por los jugueteos con mi lengua me empieza a besar y a empujarme lentamente. No sé qué pretende pero me dejo llevar. Me coloca de rodillas y él está sentado en la cama. Sé que esto es el inicio.

-Apaga la televisión amor. No quiero que los comentaristas te distraigan - le digo.

-¡No! Hoy quiero verte- lo dice con una sonrisa pícara poniendo mute con el control remoto.

Así, iluminados solo por el televisor en una noche fresca empieza a desabotonar mi pijama de invierno. Carl ama mi ropa con botones. Le provoca ir descubriendo mi cuerpo poco a poco, botón tras botón.

-¿Te pusiste intencionalmente esta ropa? - me pregunta mientras desabotona la pijama.

De mi boca sale un no, casi suspirado al sentir como desabotona y al mismo tiempo roza mis pezones. Como niño los cubre y descubre provocando que se erecten. Estoy excitada. Los toma y pasa su rostro por ellos, los acaricia, los pellizca, los saborea... Me excito más.

Sigo de rodillas pero me toma por el cuello y me hace avanzar unos cuantos pasos hasta llegar a la pared.

-No te muevas, disfruta. Me dice mientras me pone ambas manos sobre la pared como si fuera una delincuente y él un policía.

Me baja la pijama y se da cuenta que no traigo ropa interior. Hunde su cara en mis nalgas. Él las ama. Las lame, las pellizca, las golpea y yo gimo de placer.

Su cuerpo desnudo y caliente se frota en mi espalda. Siento su pene duro entre mis nalgas mientras su mano derecha se pasea por mi vulva. Juguetea con mi clítoris. Siente mi humedad. Intercala su mano derecha entre mis pezones y mi clítoris. Ya no aguanto más. No me esperaba esto esta noche.

Me acaricia las caderas y me voltea de frente a él. Me besa y me acuesta. Me monta y me penetra. Gemimos los dos y juntos terminamos batidos en nuestro sudor.


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