Será que por fin me encontré, que lo que me rodea me importa muy poco, que lo que siento por mi soledad es mi propio encuentro. Aquí sentado les deseo buenas noches, imploro que logren tener un mínimo encuentro con su propia realidad, ver las estrellas en el fondo del mar. Mis relatos son mi arte propio, lo que vivo y lo que canto son lo que anhelo ser, lo que mis sentidos no podrán ver lo verá mi corazón, que sin tu amor se consuela con la magia de saber que la realidad en la que estoy metido es la imaginación de un mundo sin fronteras, que no terminará jamás de ver la distancia que marcan los soldados del buen gusto.
Una, dos, quizá tres líneas son lo que me separa de un mundo al que quiero llegar, mi vida es esto, soy lo que me convierten. No por casualidad me encuentro aquí, no soy ni enviado ni dotado, mucho menos un hablador, soy lo que eleva a las montañas, ahí donde sale el sol, un simple soñador. Vuelo por mí sin derrumbarlos, amplío las fronteras de la imaginación con un simple pensar, quiero ver lo que nunca se vio, quiero ser algo que todos somos. El fin de la historia marcara un camino que perdido se encuentra en su propio circulo, llamado a ser histórico, a marcar una era. ¿Qué pasaría si se nos terminase la imaginación? Cuan poco sabios son algunos, los que se dicen ser distintos, los que pecan de inocencia, que llaman a la perdición.
Nadie sabe como seremos, nadie sabe como fuimos y algunos pocos saben como será este mundo imaginario que encontramos día a día, a lo que llamamos el sol. ¿Quién marcará el futuro, lo próximo? Hacia allá voy yo, solo y buscando un camino, que mis propias piernas lo dibujan bajo una tormenta de piedras que buscan estropearlo. No lo dudo, jamás podrán.
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