Obra de arte.

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Mi rostro está relajado en la suavidad de la almohada, estoy despertando de una tranquila y merecida siesta, acomodo mi cuerpo y volteo mi cara hacia donde sé que está ella, su piel pálida, su cabello negro y lacio, sus labios rosa y aquellos ojos tan azules como el mar, me hacen respirar con un aura de deseo y dulzura por ésta mujer.

Ella esta leyendo, ni se percata que estoy observándola con el más mínimo detalle, me encantan las expresiones que hace cuando lee algo sorprendente o cuando muerde sus labios al descubrir algo excitante; mi cuerpo empieza sentir una apasionada ola de calor en su interior, subo bruscamente la mirada y allí ella se da vuelta. Me pregunta que tan buena había sido la siesta y le contesto que prefiero estar despierto para hacer con ella lo que ahora voy a escribir.

Me siento suave y delicadamente en sus piernas, la tomo del rostro y beso sus párpados, '- Tienes la piel fría', le digo; '- Ya verás como se calienta', me responde. La sigo besando, me pierdo en esos suaves y carnosos labios, nos desnudamos, ella suelta pequeños gemidos cuando paso mi lengua por su cuello, estoy entregado a ella, a su esencia, a su cuerpo, a su amor.

Ella está dispuesta a dominarme y en gran parte estoy muy agradecido por ello, me toma de la mano y me obliga a acostarme en el borde de la cama, pasa su lengua por mi cuello, mi pecho y abdomen, estoy que exploto de la excitación y del deseo que ella me hace sentir, es toda una experta en lo que realiza y solo espero por saber qué otras cosas me hará.

Baja por mi ombligo lentamente y llega hasta mi pene, que por su juegos previos ya está erecto, lo toma con ambas manos y besa mi frenillo bajando delicadamente hasta la base y de vuelta, lo introduce en su boca y empiezo a gemir, a pedir más de lo que me está haciendo, ella encantada lo hace, incluso, gime conmigo.

Me hace levantar y quedamos frente a frente, su cuerpo curvilíneo me pide que lo toque, tomo sus senos que tienen gran tamaño, erguidos y firmes, suaves como seda, pezones rosa pastel, los lamo, los chupo, los toco y acerco mi pecho hacia ellos, me encanta ese calor que surge de su cuerpo, ella es suave como el terciopelo, es una obra de arte, me alejo para contemplar tan hermosa mujer y no resisto, la hago acostar y solo le digo que disfrute el momento.

Abro sus piernas y veo su sexo, aquel que me ha llevado a momentos de gloria, aquel que me ha subido y bajado del cielo, aquel que complace todos y cada uno de mis caprichos, me pierdo en su sabor, su exclusividad, esta mujer es perfecta, paso mi lengua por su clítoris y ella empieza a gemir, gime y gime, cada vez más fuerte, su respiración se entrecorta, toma mi cabeza y la dirige por las direcciones que la llevan al placer, me siento increíble al saber que soy como un juguete sexual para ella.

Ya no resistimos más, ella me pide que la penetre y que la haga mía, yo no me opongo a tal acto y me acuesto sobre ella, la penetro suavemente para expandir su vagina y luego seguir a la siguiente velocidad, me pide que vaya más rápido y que la penetre más fuerte, yo obedezco y me entrego al placer, ambos gemimos y pedimos aun más, empezamos a sudar y seguimos gimiendo, ella me toca el rostro y se pierde en mi mirada, observa mis expresiones y eso la excita, empiezo a sentir un pequeño estremecimiento, sus manos aprietan mis brazos y sus piernas se abren más, su espalda se arquea hacia atrás y su mirada se pierde en el techo, ha llegado a un fuerte y maravilloso orgasmo, los espasmos de su cuerpo me tienen aprisionado, la lujuria nos consume y me detengo un momento, la beso y la miro, vuelvo al paso previo, pero esta vez en posición contraria, su espalda da hacia el techo, sus senos quedan en el aire y así los acaricio mientras le hago sexo oral invertido, me encanta escucharla gemir cada vez más fuerte y rogando que no me detenga. Yo me levanto y la penetro desde atrás, ella se junta hacia mi pecho dejando su espalda desnuda y libre para ser besada, me toma por el cuello con ambos brazos sin yo dejarla de penetrarla y seguimos con nuestra pasión.

Ella se aparta de mi cuerpo y me dice inocentemente que es su turno, siento mi cuerpo en la cama con mi espalda pegada al apoyo de la misma, ella coloca sus lustrosos y espectaculares glúteos sobre mi miembro haciendo ella misma penetrar su maravillosa vagina con mi pene, subía y bajaba con gran velocidad, acariciaba su cabello y su espalda se arqueaba con mucha sensualidad, yo estoy a punto de llegar al orgasmo más candente de mi vida cuando ella se levanta y con su cuerpo acostado en la cama empieza nuevamente a chupar mi pene a todo lo largo de su base sin lamer el frenillo, se arrodilla y coloca mi ya impaciente miembro entre sus magistrales y suaves senos para hacerme la mal llamada "paja rusa", no aguanto, ella aprieta sus senos cada vez más fuerte para brindarme la mayor sensación posible, y lo logra, siento cada centímetro de mi pene siendo recorrido por esas dos obras de artes, mis piernas se tensan, mis músculos se contraen y mi respiración se sale de control, '- Me voy a correr', le digo, '- Estoy lista', me responde; la mirada se me nubla y empiezo a eyacular sobre sus dos hermosos senos, estoy experimentando uno de los más deliciosos orgasmos que he sentido en mi vida y suelto un gran gemido de satisfacción.

Pasados los segundos ella me mira y sonríe con mucho atrevimiento, la levanto, la beso, la abrazo y nos tumbamos en la cama, empiezo a recorrer su espalda con las yemas de mis dedos y mi teléfono comienza a sonar; '- Tengo que irme amor', le dije, '- El deber llama Sr. Záitsev, eres arquitecto, no pintor, y lo mejor de eso es que eres tu propio jefe; vete tranquilo, he quedado satisfecha, pero recuerda, aquí estaré para cuando te levantes de tu próxima siesta', me respondió.


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