Como se nos va la vida entre los dedos, es alucinante. Tenemos una sorprendente capacidad de espera (al estilo Hamlet) y, sin embargo, en toda esa espera no tenemos ni un instante para escuchar a otros o que alguien nos escuche a nosotros. Es una locura.
Es un gran problema de comunicación. Quizás en otros tiempos era difícil pero hoy en día lo que sobran son medios y a través de ellos faltan muestras de afecto. Un gran ejemplo de muestras de cariño a través de los medios la tuvo Chris Hadfield con constantes gestos para el mundo entero durante su permanencia en la Estación Espacial y, como guinda, su interpretación de Space Oddity de David Bowie.
Me siento un poco como él. Seguramente pasó su vida preparándose para estar allí, era su objetivo y por un tiempo convivió en cierta forma con su Universo soñado. La mejor experiencia de su vida aunque es evidente que allá arriba no todo serían glorias, tuvo sus momentos malos más con la soledad que estar allí implica. Compartió con todos vivencias a pesar de la distancia y después tuvo que despedirse para regresar a la Tierra. Estoy segura que Chris echa de menos todos los días el estar en la Estación pero lo que dudo es si el Universo le extrañará a él. Quizás las notas de la guitarra de Chris sólo hayan sido otra insignificancia que vaga como un eco a través del espacio y del tiempo y que su existencia es irrelevante para el contínuo funcionamiento del oscuro e inmenso Universo.
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