Un amor imposible

Cuando la vi por vez primera, no imaginé siquiera una mirada de correspondencia. Ella tan hermosa, tan sensual e importante. Tenía la atención de todos. Todos la abrazaban. La besaban incluso, los más atrevidos. Pasé a su lado por un minuto y su rostro me deslumbró. Su sonrisa me cautivó pero no era para mí. ¿Cómo podría fijarse en mí? Luego tuve que alejarme y de reojo pude ver ver sus atractivas piernas. Bueno, quizá una sola. Pero eso bastó para que no durmiera. Recordar su rostro y sus piernas sensuales me mantuvieron en vela. 

¿Cuántos meses pasaron para que volviera a verla? Para mí se hizo eterna esa espera. Pero finalmente tuve oportunidad de verla nuevamente. Esta vez sí estuve cerca de ella. Pero no me dirigió una palabra. Ni una mirada. ¡Qué presuntuosa! Tal vez no me considera de su condición. ¡Esa diferencia de clases en pleno siglo XXI! ¿Cómo es eso posible? Sin embargo he visto que nuestras familias sí se llevan... Entonces es ella, la que no quiere nada conmigo. ¿Se habrá dado cuenta que me gusta?

Ha pasado un año. Ella se arregla diferente pero se sigue viendo tan atractiva. Y pude robarle una sonrisa. Pero así es con todos los que se le acercan. No es que sienta celos, pero me gustaría saber qué es lo que siente por mí. ¡Si acaso sabe que existo! No voy a negarlo. Me enamoré desde aquella vez que la miré en el parque rodeada de toda esa gente que la asediaba. Desde entonces no he conocido a nadie como ella. 

He dejado de verla por un largo tiempo. ¿Tres, cuatro años? No estoy seguro. He conocido a otras mujeres pero como a Tere, ninguna. Tengo amigos y amigas con los que paso por las mañanas momentos de alegría. Pero ninguno de esos momentos ha podido borrar de mi memoria a la hermosa Teresa. ¿Podré verla de nuevo, algún día?

- Danielito - Dice la profesora del jardín de niños, en un tono muy amable - Ya llegó tu mami