Denunciar relato
Acompañaba semanalmente a la chica de la silla de ruedas y a mi amiga divorciada, afligida por la pérdida del hijo, a aquellas reuniones patrocinadas por el sacerdote en las que yo nunca hablaba.
Pasado un tiempo le dijeron al clérigo que me acercara a la religión, respondiendo el cura "si Dios no puede, ¿cómo podría conseguirlo yo?".
No pude volver a esas reuniones, pero años después aún medito sobre la similitud de actos entre Jesús y algunos ateos en contraposición con la de algunos creyentes, para los que la religión es la salvaguarda de sus almas.
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