Sexy, muy sexy,... (2ª parte)
Por Julio
Enviado el 25/02/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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Salimos juntos del restaurante, yo detrás de ella, observando la curvatura del abrigo ajustado. Con disimulo la observé y me fijé como se insinuaba su trasero, era tentador, sus piernas, sobre aquellos tacones de vértigo, que hacían de ella una figura esbelta, deliciosa, apetecible, muy sexy.
Sin preámbulos me animé y le propuse:
-¿Nos vamos a algún sitio más íntimo?
-Pues claro. ¿A mi casa?
-Mmm... Perfecto, excelente idea, además de excitante.
Sin darme tiempo a reaccionar, levantó la mano y paró a un taxi. Le abrí la puerta y subimos.
Durante el trayecto no paramos de besarnos. Fueron besos profundos, húmedos, apasionados, incluso diría que desesperados por ambas partes. Nuestras lenguas no pararon de tentarse, de enlazarse. Besos en la boca, en el cuello, en su escote,... Nos estuvimos saboreando durante un largo rato, mientras que nuestras manos tampoco se quedaron quietas. Yo no pude resistirme a tocar, acariciar y amasar con suavidad aquellos senos, no eran grandes, pero con aquel vestido tan ceñido, y aquel vientre plano, sobresalían desafiantes, apetitosos,...
Ella por su parte subió su mano despacio por mi pierna, hasta pararse allí donde tenía un gran bulto en mi pantalón, una erección imposible de controlar. La sensación de su caricia fue muy estimulante, excitante. Siguió con su mano sobre mi pene mientras seguíamos besándonos. Y de repente noto como empieza a bajar la cremallera. ¡Uf!.
-Para. Aquí no. - Me contuvo el tener al taxista tan cerca.
-Vale, -me dijo sonriente- pararé pero si... - y me susurró al oído una propuesta fabulosa.
Al poco paró el taxista, bajamos, y nos dirigimos a un portal, nuevamente ella delante de mí se movía decidida, y de una forma que imprimía a aquel abrigo un movimiento voluptuoso.
Los segundos que estuvimos en el ascensor pasaron rapidísimos con beso largo, profundo, caliente.
Entramos en su piso, se quitó el abrigo, y yo también dejé el mío sobre una silla.
-¿Quieres tomar algo?
-¿Whisky tienes? Solo con hielo, por favor.
La seguí hasta la cocina cuando iba a buscar el hielo. Cuando estaba sacando los cubitos la besé desde atrás en la nuca, en el cuello y empecé acariciándola por las caderas. Una de las manos fue subiendo hasta su pecho y empezó a acariciarlo, mientras con mi cuerpo la empujaba contra la encimera de mármol, apretando mi erección en su culo. Ella se dejaba hacer apoyando las manos en el mármol. Ahora, tomando sus dos pechos a la vez, notaba como su piel en el cuello se erizaba, y sus pezones se ponían duros, queriendo salir del tejido del vestido.
Poco a poco le fui soltando los botones blancos del vestido, despacio. Hasta que cayó al suelo, quedando en ropa interior y medias. Un conjunto de lencería negro, con un tanga que dejaba ver ese estupendo culo que me había imaginado antes debajo del abrigo. Seguí besándole el cuello y amasando aquellos pechos. Ella empezaba a moverse despacio, apretándose más contra mi pene.
-¡Sí!, sigue, me gusta... - dijo emitiendo unos pequeños gemidos- Mmmm,...
Verla así me estaba excitando al límite. Le desabroché el sujetador, y luego le fui bajando el tanga poco a poco, hasta dejarlo en el suelo. Subí acariciándole las piernas, dándole besos y un pequeño mordisco en el culo, hasta ver un tatuaje de una hada con alas justo donde termina la espalda.
-Date la vuelta.
Puede ver esos pechos que tanto anhelaba acariciar, con unos pezones oscuros. Me dirigí a ellos directamente. Con los labios rodeé uno de los pezones y tiré de él, lo besé, y le pasé la lengua alrededor, consiguiendo que se endureciera más.
-Mmmm, siiii,... - dijo, mientras con la mano también le acariciaba el otro pezón y ella echaba la cabeza hacia atrás.
Cogí uno de los cubitos y se lo pasé por uno de los pezones y luego por el otro. Se pusieron más duros y erectos. Era excitante ver como se estaba poniendo tan caliente. Bajé una mano hacia su sexo y la pasé por encima, notando su humedad. Poniendo un dedo en su estrada ya noté que su excitación era máxima.
-Súbete a la encimera -le dije ayudándole a subir - Ábrete para mí.
Ahora llegaba mejor a su sexo. Llevé de nuevo un dedo a su entrada y pronto localicé su clítoris. En cuanto lo acaricié dio un respingo. Seguí tocándolo con suavidad, y ella se iba arqueando para tener más contacto. Con la otra mano fui introduciendo un dedo en su vagina, viendo como ahora se mordía el labio.
-Sí, así, bien. - Me dijo en un susurro
Mientras seguía acariciándola de esa manera fui bajando despacio hasta acercar mi cara a su sexo. Le miré hacia arriba y vi su cara llena de excitación. Con las dos manos le separé un poco sus labios vaginales y acerque la lengua. Según iba rozando su clítoris iba oyendo agradables gemidos que me confirmaban que disfrutaba. Poco a poco vi cómo se entregaba al placer que le estaba dando y los gemidos se acrecentaban. Eso estaba calentando mi cuerpo al máximo, pero ahora la protagonista era ella, en ese momento ella era el centro de mi excitación, tenía que llevarla a lo más alto del placer hasta que estallara en un gran orgasmo.
Abrió más las piernas, se llevó las manos a sus labios para abrirse más, exigía más, jadeaba, estaba muy caliente.
- ¡Sí!, ¡así!, ¡más!, mmmmm, ¡oh!,...
Lo notaba en cómo se movía, en como se apretaba contra mi boca, en sus muslos mojados. Cuando sus jadeos subieron de intensidad con su mano apretó mi cabeza contra ella, se arqueó, tembló, levantó las caderas apoyándose en los brazos, y empezó a convulsionarse. Emitiendo un largo gemido llegó y explotó en un gran orgasmo, hasta que se sentó de nuevo en la encimera, rendida, satisfecha, sonriente.
(Seguiré contando,...)
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