Unas cuantas botellas de más, y una cama. #2

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Llegamos a su casa, nos acomodamos en el sillón, y empezamos a beber plácidamente. La situación se tornaba de incómoda a favorable, y confortable. Tras dos botellas de Whiskey y una de Vodka, la cosa empezaba a ponerse interesante. Mientras más bebíamos más cerca me encontraba de ella, y viceversa. La perfección llegó después de la siguiente, pero no última copa de la noche...

- Me siento un poco acalorada con tanta ropa, creo que debería ir a ponerme algo más cómodo. -dijo mientras sonría y se mordía su carnoso labio inferior.

+ Si quieres puedes cambiarte aquí, aunque no creo que necesites más la ropa. -le dije sin pensar, de lo cuál no me arrepiento en absoluto.

- Si así lo prefieres.. -su mirada no sabía donde perderse para evitar mirarme a los ojos, mientras se ponía mucho, mucho, y mucho más sonrojada a la par que sofocada por la tremenda situación que se encontraba.

Antes de que ella pudiese pestañear, me había abalanzado sobre ella, perdiendo la cabeza me centré en sus ojos marrones deseantes de pasión. Pude notar que los dos nos deseábamos tanto que llegamos a emanar un aura donde no estaba permitido la negación al placer. Sin dudar, comencé a acercarme a sus perfectos y embriagadores labios, y la besé. De repente me detiene, y me pregunta:

- Sabes que esto que acaba de pasar, está mal.. Néstor es mi novio, y tu amigo.. -dijo con voz temblorosa, pero dudando de su comentario.

+ Y dónde está el problema ? Somos dos personas que sentimos la necesidad de buscar en otras personas lo que no encontramos en unas. -dije confiado. Ahora mismo, lo que menos me importa es que Néstor sea tu novio, y mi amigo.

Apenas terminé de hablar, y me besó con tanta pasión y ternura, que no pude evitar respirar cada vez más y más fuerte, así que la aparté de mí, y comencé a quitarle la ropa, a la vez que mordía su fino cuello. Una vez ella completamente desnuda, me dispuse a besar desde su cuello, a su jugosa, y dulce vagina. Con cada beso que le daba por todo su cuerpo, ella estremecía de excitación, y me agarraba del pelo cada vez con más y más fuerza, hasta que llegué a la parte ambos estábamos esperando.

+ Quieres que siga, o sigues arrepintiéndote ? -le dije mientras sonreía ansioso por seguir.

- Arrepentirme ? De qué ? No sé de qué me hablas la verdad.. -dijo muy segura de sus palabras, deseosa porque retomase el ritmo.

+ Más vale que te prepares para pasar la mejor noche de tu vida, pequeña..

Comencé a besar, lamer, jugar con la lengua sobre su rosado, pequeña e insinuante clítoris. Creedme que nunca olvidaría esa noche, su respiración empezó a acelerarse rápido, mientras agarraba con fuerza mi pelo con una mano, al mismo tiempo con su otra mano libre sostenía el sillón con una fuerza tal que emitía pequeños sonidos al rasgarlo con sus delicadas uñas de color negro. Me detuve, paso seguido me desvestí, y la llevé a su cama donde me dispuse a continuar. Agarré mi miembro, ya erecto por la situación, y comencé a penetrarla. Mis ojos, se clavaron en su mirada, con los ojos entreabiertos del placer; me acerqué a su oído y le dije:

+ Estás preparada ?

- Hazlo. -dijo sin pensar. No pares ahora, te lo pido.

+ No era mi intención hacerlo, pequeña. -las palabras salían solas, estaba súper excitado.

Poco a poco, empecé a mover mi cadera, lentamente mientras ella, sutilmente pedía que fuese más fuerte, más rápido... Y por supuesto, así fue. Sus pequeños gemidos, se tornaron en grandes y apoteósicos gritos, que hacían que me excitase cada vez más. De un momento, a otro, me encontraba acostado en la cama, y ella, sobre mi, se movía velozmente con una soltura y erotismo sin igual. Mis gemidos, perforaban su oído haciéndola estremecer de placer. Cuando nos dimos cuenta, estábamos eyaculando los dos a la vez, dejándonos rotos de satisfacción en su blanda y enorme cama. La miré, con mi respiración alterada, me miró y no sé si fue por todo lo que habíamos bebido, o por la gratificante experiencia, pero nos quedamos dormidos. Lo último que recuerdo de esa noche, fue dormir abrazado a ella, mientras que nuestros móviles no paraban de sonar, pero no me importó... Así que, disfruté del momento y me dormí.

Son las 12 de la mañana y hace un día fantástico, me despierto y la miro pensando que no arrepentiría nunca de lo ocurrido la pasada noche. Ojalá no acabe esto nunca.


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