Que se largue - II

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Yo no se si gritar de ira o de placer, pero sin quererlo estoy cachonda como una perra. No me importa lo que le hagas a ella, quiero que me lo hagas a mí. Tú lo sabes y sigues mirándome mientras sigues introduciendo tus dedos en ella. Esos dedos que se mueven adentro y afuera sin parar mientras ella suspira y jadea. Sacas tus dedos de ella y con un rápido empujón, le das la vuelta quedando boca abajo en la cama. La sujetas de la pelvis y la levantas dejándola colocada en 4. Esto te deja su culo prieto preparado para que tus dedos exploren nuevos caminos. Humedeces su culo con su propio flujo y de una, metes tu dedo mientras me diriges una mirada de puro vicio y deseo.

Tu polla esta dura, brillante y venosa. Así es como a mi me gusta. Muy dura para que pueda llegar a lo mas profundo de mi ser en una penetración fuerte.

Ya no se como rozarme con la silla para aplacar algo de este calor que siento en mi coño. No puedo seguir así, necesito explotar.

Pero tu sigues ahí, mirándome sin piedad mientras juegas con el culo de otra.

Ella aun no ha llegado al orgasmo, tu sabes cuando parar para que no ocurra. Es una de tus habilidades, así consigues que la excitación vaya creciendo hasta que el orgasmo es una explosión incontrolada.

De pronto, paras, la coges de la mano y le dices que se vista y se vaya de inmediato. Ella se queda mirándote, y te pregunta por qué. Tú le levantas la voz: Vete ahora mismo!!! Y le das un pequeño empujón mientras le pasas su ropa con la otra mano.

No puedo evita poner una sonrisa malvada de satisfacción. Por fin se larga, pienso.

Ahora te diriges a mí. Vienes despacio, con una erección que apunta al techo. Acaricias mis hombros, bajas a mis pechos y mis pezones duros. Acaricias mis muslos hasta mi coño húmedo

- Estas cachonda y húmeda - me dices

Yo ni contesto. Estoy rabiosa

Desatas mis pies y luego mis manos y me pones de pie. Antes de decirte nada o de que puedas hacer nada, te doy un guantazo que resuena en toda la habitación. Tú te ríes mientras tocas tu cara. Ha sido fuerte, pero tu estas encantado. Has conseguido lo que querías.

Nos miramos fijamente y nos lanzamos el uno contra el otro. Hay más pasión que nunca. Tropezamos, nos liamos, hasta que caemos en la cama, besándonos, acariciándonos frenéticamente. Todo son manos, besos, labios, líquidos corporales, calientes. Abres mis piernas y metes tu polla de un golpe hasta lo más profundo de mi coño. Esa es la verga que me gusta, la que me pone como una perra viciosa, la que me hace gritar, arañar, morder. La que quiero tener dentro, una y otra vez, fuerte hasta el fondo.

- Dámela toda - te digo casi sin aliento.

Estoy tan cachonda que no aguantare mucho. Tu polla ocupa toda mi vagina, la siento en cada milímetro de mis terminaciones nerviosas. Un escalofrío recorre mi columna hasta mi nuca. Tú me miras y disfrutas viéndome tan viciosa. Sales y entras con fuerza. Estas a punto de darme toda tu leche caliente. Te miro, me miras. Los dos sabemos que estamos preparados y comienzas a correrte con fuerza dentro de mí. Yo no necesito más, arqueo mi espalda levantándola de la cama y mirándote a los ojos tengo uno de los orgasmos más fuertes que pueda recordar. Mi cuerpo tiene espasmos que no puedo controlar al tiempo que tu terminas de eyacular apoyado en mi pecho, sintiendo mis convulsiones, sin aliento, sudando......

Cuando recuperas el aliento me dices - te ha gustado? has disfrutado perra?

- Si vuelves a repetirlo, me perderás para siempre.


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