Un sueño manchado de tinta negra

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Mi nombre es Steven y solía ser astronauta...

Ni siquiera ahora sé lo que estaba sucediendo. No me encontraba para nada bien, me dolía horrores la cabeza, a penas podía mantenerme en pie. Mi cuerpo se movía de un lado a otro igual que la nave, sin control. Sam intentaba manejar la nave, cuando un piloto rojo empezó a parpadear y a sonar en señal de alarma. Yo sentí que me desplomaba en el suelo, y no recuerdo nada después de eso...

 

Fui reclutado, junto a Sam, para una misión extraterrenal muy importante. Nuestro objetivo era conseguir toda información posible sobre un meteorito que había pasado rozando Marte y la Luna. Estaba muy emocionado con el proyecto, pues sería mi primera misión desde que entré en la NASA hacía ya seis meses. Mas mis padres estaban muy preocupados, decían que era muy joven para una misión tan peligrosa. Yo era consciente de ello, y también el equipo, pero no podía simplemente sentarme a ver cómo pasaba mi sueño por delante de mis ojos.

Estaba comprobando todo el equipaje, por si nos olvidábamos de llevar algo. Era la hora de despegar. Miré a Sam a los ojos, él asintió. No podíamos imaginarnos lo que nos iba a suceder.

 

Cuando desperté estaba en shock. Me hallaba en el hospital, cubierto de cables conectados a distintas partes de mi cuerpo. Y vendas que cubrían mi cuerpo. Me estaba poniendo muy nervioso y empecé a gritar preguntando por alguien. Una enfermera entró corriendo en la habitación.

-¡¿Por qué estoy aquí?! - Pregunté exaltado. -¡¿Qué ha pasado?!

-¡Por favor, cálmese señor! - Contestó ella angustiada. - Su nave espacial impactó en la Tierra, está gravemente herido.

-¡¿Impactó?! ¡¿Y dónde está Sam?! - Pregunté histérico. -¡¿Qué le ha ocurrido a Sam?!

Lo supe por su mirada, él seguramente no había sobrevivido...

- Señor...cuando usted perdió el conocimiento, él consiguió retomar el rumbo a la Tierra y ponerle a salvo...pero él no tuvo tiempo de salvarse a si mismo.

No pude contener mis lágrimas. Mi hermano había muerto cumpliendo nuestro sueño, un sueño que acabó con su vida y manchó la mía de por vida con tinta negra cuando sólo tenía veintiún años.


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