De lo que nos hacen creer

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La que camina como respira se detiene un instante. Inspira lento intentando absorber los colores de un sol perezoso que no acaba de decidirse a reinar, acaricia las correas de su mochila y reanuda el paso sin percatarse del sarrio que la observa.

El paisaje vuela a su paso dibujando nuevos escenarios a cada instante. Pasos lentos para una mujer capaz de volar calzada con unas pesadas botas, pasos rápidos para los montañeros que no entienden como ella es capaz de surcar caminos como quien pasea. Agradece la pendiente, necesita empezar a esforzarse y la subida le hace más agradable lo que ella considera un paseo y otros un viaje.

La nívea alfombra comienza a endurecerse bajo sus pies, sabe que ha llegado la hora de calzarse los crampones y desligar el piolet. El compositor inicia una melodía marcando un tempo allegro lleno de ritmo y textura, des de lejos alguien puede pensar que únicamente se trata  del viento jugando entre las rocas, acompañado de arañazos en el hielo, pero ella sabe la verdad y avanza en una danza tan etérea como decidida.

Llega a la cumbre y mira a su alrededor. En sus gafas se reflejan la lejanía y la soledad, en su alma la plenitud. La mochila a un lado, abierta, ella sentada sobre una roca calva de nieve, en su lengua una pieza de chocolate se derrite mientras se sube del todo la cremallera del anorak.

La que camina como respira se ahogará en una ciudad cualquiera aunque todavía no lo sabe. Olvidará lo que es y lo que puede ante afirmaciones de incompetentes que no saben dar un paso si no es para pisar a otros. Acabará creyendo que tiene que estar asustada si quiere mantener el tipo y que no hay más solución que callar ante el tsunami artificial que nos venden cada día. La cosa está muy mal y mejor aguantar y callar que quedarse sin nada.

El tiempo le pesará, el tiempo o las mentiras, las mentiras o la rutina. Sus pasos se hundirán en una calle enlosada, la ropa le sobrará, el vestido de tirantes será una carga. No podrá aguantar el peso de un bolso de mimbre lleno de obviedades, agendas y calendarios. Usará sandalias de acero que la anclaran a una realidad parcial de la que no se decidirá a huir.  Pero eso pasará dentro de algún tiempo cuando ella olvide del todo que es capaz de volar sobre el hielo.


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