En la piscina pública, con mucha discreción
Por Cortez
Enviado el 15/03/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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Verónica vino a visitarme ese fin de semana. No la esperaba, pero me dio tanto gusto que viniera. Llegó temprano y dispuesta a pasar todo el día conmigo. Así que tomé las cosas con calma. Empezamos por arreglar un poco la casa donde yo vivía. Era una pequeña casa que yo rentaba, en una comunidad que queda cerca de un sitio con aguas termales. Por lo que me pareció apropiado invitarla a ese lugar ya que el tiempo no nos preocupaba, en esta ocasión. Otras veces venía por un par de horas para volver a su trabajo. Por lo que nos íbamos a la cama a los pocos minutos de haber llegado. Esta ocasión era diferente.
Desayunamos un par de huevos revueltos con jamón. Mientras lavaba los trastes de la cocina, ella barría y trapeaba el piso. Metí la ropa sucia en la lavadora. Y disfrutamos de una película en el televisor. Terminó la película y nosotros ya estábamos en las caricias y los besos
- Espera - Le dije - ¿Por qué no vamos a las aguas termales? ¿Te parece?
Compramos botanas, refrescos? Y un bikini para ella, que no venía preparada. Afortunadamente, es el tipo de ropa que más se vende ahí. Llegamos a las albercas. Por ser fin de semana, había muchas personas. Aunque la mayoría estaba en las aguas termales. Y las albercas de agua dulce estaban desocupadas. Y nosotros lo aprovechamos.
Nos metimos en la piscina y empezamos, cada quien por su parte, a nadar un poco. Después de unos minutos, ella me llamó. Estaba en un extremo de la alberca. Por donde entraban los chorros de agua. Me aproximé nadando. Al llegar me tomó de las manos y me acercó a ella, para que sintiera la fuerza del agua en movimiento. Entonces, nos abrazamos y empezamos a besarnos.
- ¿Has hecho el amor dentro del agua? ? Me sorprendió con aquella pregunta inesperada
- No, nunca lo he hecho
- ¿Por qué?
- No creo que tenga una erección, dentro del agua
Ante esta última respuesta, dibujó en su rostro una sonrisa pícara. Luego llevó su mano, bajo el agua, a mi entrepierna. Yo la miré a los ojos que no dejaban de mirarme, esperando una reacción mía. De pronto, empecé a sentir, cómo el contacto de su mano sobre el traje de baño y el burbujear del agua, le daban a mi miembro la suficiente excitación para empezar a endurecerlo. Metió su mano por la parte superior de mi traje de baño y sacó mi miembro. Esa acción completó mi erección final. Pero también incrementó mi grado de excitación. Me acerqué a ella y coloqué mi pene, sobre su bikini, en su entrepierna. Ella hizo a un lado la prenda inferior de su traje de baño y pude aproximar mi miembro a su parte más íntima.
Pero recordé que estábamos en un sitio público. E intenté retirarme. Ella no me dejó. Por el contrario. Tomó mi erecto miembro y lo introdujo varias veces en su vagina. Yo estaba sorprendido, porque mi pene cada vez adquiría más rigidez con el contacto de tibia piel y la frescura del agua. Por fin, pude sentirme dentro de ella y ya no me preocupó que los jóvenes encargados de cuidar el balneario nos miraran. Hasta que estuve por venirme dentro de ella. Porque empezaba a emitir unos sonidos que llamarían la atención. Fue cuando Vero, tapó mi boca con su mano libre y me dijo con voz entrecortada que no gritara.
- ¿No que no se podía? - Agregó, poco antes de sellar mi boca con un beso apasionado.
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