El niño que no quería leer
Por Cortez
Enviado el 16/03/2015, clasificado en Infantiles / Juveniles
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Fue inscrito en la escuela primaria porque ya tenía edad suficiente para hacerlo. En el jardín de niños, las maestras lo aprobaron porque dibujaba todo lo que le pedían por escrito. Y eso les daba gracia. Y pensaron que era un niño muy inteligente.
A ver - Le decía su maestra de la primaria - Escriban: Los conejos comen lechuga
Y Juanito, de inmediato y acorde a su edad, dibujaba un conejito comiendo su lechuga.
- "Los niños juegan en el parque" - Pedía en otra ocasión la profesora.
Y Juanito ya empezaba con su dibujo de unos niños que se notaba que jugaban haciendo un círculo, con las manos arriba. Y un trazo redondo, figurando una pelota.
Pero, si a Juanito no le gustaba escribir... ¡Mucho menos leer!
Por más que le buscaban lecturas apropiadas para su edad, con muchos dibujos coloridos. Sus padres lo habían acostumbrado a leer los cuentos en voz alta, para él. Y a la edad de diez años, lo seguían complaciendo.
En la escuela, eso sí, se había convertido en un gran escuchador. Ponía mucha atención a lo que los maestros le decían. Y si de lecturas se trataban, ponía mucho más atención. Pero, cuando le encargaban hacer una lectura en casa, como parte de sus deberes escolares, les pedía a sus padres que leyeran en voz alta para él. Lo terrible, era que sus padres lo complacían.
Y Juanito terminó su educación primaria, sin haber leído un solo libro.
Entró al colegio para continuar su educación secundaria. Y ahí Juanito conoció a Lupita. Una hermosa adolescente que lo cautivó. Pero no sólo a Juanito, sino a casi todos los jóvenes estudiantes de su grupo. Los más atrevidos le hablaban; le decían cosas bonitas. Los tímidos le escribían bellas y conmovedoras palabras. Juanito intentó acercarse a ella, con sus dibujos. Pero no surtieron el efecto que Juanito pretendía. Aunque sí los apreciaba, no significaban mucho para ella.
Finalmente, Lupita aceptó, curiosamente al que mejor escribía de todos sus pretendientes. Juanito estaba deshecho. Sus padres lo notaron. Y aunque al principio, Juanito no quería comentarlo con ellos, lo hizo.
- A ella le gusta que le escriban. Que usen palabras que yo mismo no comprendo. Por favor, léanme un libro donde aparezcan historias que le gusten a Lupita.
Sus padres compraron varios libros de historias románticas de jóvenes adolescentes. Y cumplieron su capricho. Leyeron varios cuentos para su hijo. Juanito los escuchaba atentamente y aprendió mucho de esas lecturas en voz alta. Lo que le sirvió para conquistar a Lupita en el último grado de la escuela secundaria.
Sus padres, le seguían ayudando con las lecturas, tanto del colegio como de las historias que les solicitaba su hijo.
Juan por fin, terminó sus estudios de secundaria, de bachillerato y de Universidad. Siempre con la ayuda de sus padres. Se casó con Lupita. Y tuvieron dos hermosas hijas gemelas.
En una ocasión, su esposa se enfermó y Juan se hizo cargo de cuidar a sus preciosas hijas. Ellas estaban acostumbradas a que su mamá les leyera un cuento antes de dormir. Pero en aquella ocasión, Juan tendría que hacerlo.
- Papi - Le dijeron casi al mismo tiempo - ¿Nos lees un cuento para dormir?
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