..y nunca nos separaremos...
Por Ada Suay
Enviado el 04/02/2013, clasificado en Amor / Románticos
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Acababa de hacerlo, no había marcha atrás. Le había enviado una petición de amistad a Sara en el Facebook.
Sus recuerdos afloraron de nuevo, .y nunca nos separaremos.
Cerró la tapa del portátil, apagó la luz de sobremesa dejó que sus pupilas se adaptaran a la oscuridad de la casa, apenas iluminada por la luz de las farolas de la calle que entraba por las ventanas. Siguió sentado allí, cansado, su cuerpo le pedía irse a dormir, pero su mente y su corazón no le dejaban salir de aquel estado nostálgico y a la vez esperanzado.
¿Por qué no había olvidado a Sara?, Seguramente ella no se acordaría de él. Ni si quiera había asistido a la reunión de antiguos alumnos, por qué razón tendría que acordarse de él. Había pasado mucho tiempo, estaría casada y con algún hijo probablemente.
- ¿En qué demonios estoy pensando?. dijo en voz alta.
Se sobresaltó asustado de su propia voz que irrumpió como un disparo en aquel silencio reinante. Estaba demasiado cansado para seguir con aquel coloquio interior y decidió que era hora de irse a la cama.
Después de los quehaceres rutinarios antes de dormir se tumbó sobre el edredón y apagó la lamparilla de noche, quedándose de nuevo a oscuras, lo que fomentó que no pudiera cerrar los ojos buscando la luz como las polillas.
A pesar de todo sucumbió al sueño, el cansancio de su cuerpo venció a su hiperactividad mental y se durmió.
- Javi, ¿duermes?. Preguntó Sara con una voz muy dulce.-
- ¿Sara?, ¿qué haces aquí?. Javier se incorporó un poco sorprendido mirándola en la oscuridad.-
- ¿Cómo que qué hago aquí?. ¿Estás bien amor?. Sara estaba entre asustada y enfadada.
¿Le había llamado amor?, ¿Sara le había llamado amor, a él?, ¿Qué estaba pasando?. Además estaba en su cama, acostada a su lado. Por un momento dudó si estaba soñando o era real, pero decidió no descubrirlo y disfrutar de aquello que estaba ocurriendo.
- Javi, me estás asustando, estás pálido y pareces bastante sorprendido de mi presencia.
- No mi vida, es que estaba durmiendo y me he despertado atontado.
- Ah, vale, ¿Pero estás bien, no?
- Si, si, estoy mejor que bien.
- Perdona por despertarte, es que tengo que decirte algo. Algo que me reconcome y no me deja dormir.
- ¿qué es lo que no te deja dormir mi niña?.
- Pues en fin, Javi, yo tengo una noticia que darte.
- ¿Buena o mala?.
- Depende como lo mires, para mi es buena, para ti quizás no tanto.
- Vamos cariño, no creo que sea para tanto, venga dime, no me tengas en ascuas. Ya le picaba la curiosidad.-
- Me han ofrecido un puesto más alto en la empresa.
- Pero eso es genial vida mía, seguro que te lo mereces.
- Ya, bueno, si, he trabajado duro. Pero eso no es la mala noticia.
- ¿Entonces?...
- Es en otras oficinas.
- No es tan mala noticia, no creo que tengas tanto problema en desplazarte a otro sitio, ni que fuera en el Congo.
- No, en el Congo no es, es en Londres.
- ¿Qué?????.
- Lo se amor, pero entiéndeme, no tenemos hijos ni nada que me ate aquí. Quiero seguir promocionándome en mi carrera.
- ¿Y yo?. se aventuró a preguntar.-
- Tu, no puedes dejar tu trabajo aquí y nos vendrá bien estar un tiempo separados. Así nos echaremos más de menos, podremos vernos todos los fines de semana, sacaremos un bono de avión.
Javi se quedó pensativo, hacía unos minutos se había acostado solo y se acababa de despertar con Sara a su lado como si fueran matrimonio discutiendo sobre el futuro laboral de ella. Era alucinante, increíble, pero estaba dispuesto a aprovechar esta oportunidad.
La miró recreándose en ello y le acarició uno de aquellos rizos rebeldes. Después su mano fue recorriendo el perfil de su cara hasta llegar al cuello, luego a sus hombros y por último a su pecho.
Le sacó de su ensoñación un manotazo.
- ¿Qué haces Javi?. Estoy hablando en serio y ahora quieres
- Eh?, no, perdona Sara, es que no se que me ha pasado, quizás el miedo a perderte me ha hecho pensar que sería la última vez que podría tenerte.
- Javi yo te amo y nunca nos separaremos
Aquello si que le sacó definitivamente del sueño, despertó tiritando, el frio de la noche había calado en lo más hondo de su ser, enfriando su cuerpo y además su vida.
Encendió la luz y confirmó que todo había sido un sueño, un sueño tan real que había podido acariciar a Sara, sentirla en su piel, el calor de su cuerpo junto al suyo. Palpó el edredón buscándola, buscando el calor que ella emanaba, pero era inútil, su cerebro le había hecho la peor jugarreta de su vida.
Por un momento intentó recrear el sueño y fijarse en los detalles. Su cabello despeinado, rubio y rizado, su cara limpia sin maquillaje, sus pecas como cuando era niña. Su cuerpo ahora de mujer, bien formado y definido. Su olor, eso no había cambiado, lo tenía grabado en su pituitaria a fuego. Sus labios tan carnosos y deseables como cuando de adolescentes le besó justo antes de pronunciar aquella maldita frase, y nunca nos separaremos.
Abrió el edredón y se metió dentro para entrar en calor, apagó la luz e intentó volver a aquel sueño. Su pensamiento fue positivo, sino la encontraba en sueños quizás le contestara a la petición de amistad en el Facebook al día siguiente.
Aquel domingo iba a ser muy largo.
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