Ardor

Y es que no puedo evitarlo. Llevo unos días notando este terrible ardor dentro de mí. He intentado ignorarlo sin éxito, consolarme solo fugaz y de forma pasajera, pero mi cuerpo reclama más.

Reclama algo que yo no poseo pero puedo buscar para poder satisfacer al centro de mi ser.

Este ardor provoca mi inquietud; Mi nerviosismo se acrecenta; Mis labios están rojos y húmedos de tanto mordérmelos; Mis muslos no de dejan de contraer para proporcionarme esa presión que anhelo sentir entre mis piernas.

Hace escasamente unos minutos me crucé con un chico que pese a no ser el chico más buenorro que haya visto, su olor y su perfume han colapsado mis sentidos y mi ser haciendo que mi corazón y mi respiración se aceleren y que mi cerebro quedara paralizado haciendo que fuese mi cuerpo que hablase y me girase para volver a encontrar su aroma y con ello, provocar que un relámpago atravesase mi cuerpo y explotase.

Sacudí la cabeza deshaciéndome del deseo de seguir a aquel chico, pararle y susurrarle al oído que me follara.

Porque al fin y al cabo, eso es lo que necesito. Que me follen.

Necesito que me laman, me muerdan, me acaricien, me azoten, su cuerpo sobre mi cuerpo, notar como mi cuerpo se va humedeciendo más y más y notar como un pene bien erecto se abre paso y me posee con energía y pasión.

Que cada embestida que reciba me haga gemir cada vez más hasta que no pueda contener durante más tiempo los ojos abiertos y me deje ir y me recreé en las sacudidas y repeticiones de mi orgasmo.

Sin embargo, aquí me encuentro sentada al final del autobús que me lleva a casa tras un largo día de trabajo, apretando mis muslos y moviendo mis caderas en círculo e inevitablemente restregándome contra el asiento y mi mano frotando mi sexo por encima del pantalón esperando una satisfacción.

Gracias por leer el relato. Espero que les haya gustado. ;) Ontanaya

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