Fue ese momento en que me vi encerrado en un tunel oscuro, con una especie de estrella que brillaba a lo lejos intensamente, en el que pensé que no estaba del todo bien. No tuve que caminar hacia ese astro de luz, pues este vino hacia mí con mucha rapidez.
Me llevó a una habitación de paredes blancas y antiguas, ilustradas por rajaduras en los lugares exactos en los que mi mente quería que estén, la luz entraba con fuerza por las vetanas y mis ojos eran más sensibles a esta que a las soleadas mañanas luego de una noche de copas.
En la habitación estaba un viejo postrado en una silla de madera, con un aspecto de veterano de guerra, golpeado física y mentalmente por la vida. Noté esto por su mirada y por las cicatrices que llevaba con tanto estilo. Hasta la silla de madera tenía estilo cuando lo veía sentado en ella.
- ¿Podemos apagar un poco las luces? - Le pregunté.
- No seas marica y para de quejarte. Dime lo que quieres.
Al parecer el viejo también era rudo.
- ¿Quién eres?
- Soy motivo de debates y guerras. Soy lo que crees y lo que no crees.
- Suena inteligente, pero no entiendo una mierda de lo que dices - Le dije confundido.
El viejo sonrió.
- ¿Qué es lo que quieres? - Me volvió a preguntar - Todos quieren algo y me paran jodiendo con sus problemas estúpidos a cada segundo.
- No quiero nada, estoy bien así.
- ¿Te gusta estar confundido y no saber donde mierda vas a terminar?
- No estoy confundido, porque sé que voy a terminar bajo tierra o convertido en ceniza en algún frasco un día de estos.
- Te crees muy fuerte, pero no eres más que polvo - Me dijo entre carcajadas.
- Si pudiera pedir algo, pediría que no me quiten la automedicación aún. Ayuda en los momentos en los que pienso que no soy más que polvo.
El viejo se paró de la silla y se acercó.
- No entiendo qué haces aquí si no quieres pedirme nada.
- Quiero caer al suelo y que me rompan el culo a patadas antes de poder levantarme. Quiero que trituren todos mis huesos para que luego sean resistentes antes cualquier golpe.
El viejo soltó otra carcajada.
- Te desearía suerte con eso, pero no existe tal cosa. Lárgate y no vuelvas. - Me dijo mientras se iba nuevamente a su silla.
- Ese viejo tiene estilo - Pensé nuevamente.
- Sí, lo tengo - Dijo como si pudiera leer mi mente.
De pronto, escuché un sonido de metales arrastrándose detrás de mí y vi como el astro de luz iba en dirección contraria esta vez.
Comencé a esuchar el agua de la ducha que caía en mi espalda y pude sentir la dureza del piso en el que estaba recostado.
Abrí los ojos y vi un camino de sangre que iba desde mi cabeza hasta la tubería por la que se escapaba el agua. Me dolía la frente por el corte que me hice al caer contra la pared adornada por locetas antiguas.
- Mi cabeza... - Dije tocándome la herida que no era para más de unas pocas puntadas.
Me quedé ahí parado bajo el agua caliente, recordando los momentos antes de mi desmayo causado por las pocas limitaciones del día anterior. Pensando tambien en mi conversación con ese viejo.
Pensé en las rajaduras en la pared y en el gran estilo que tenía para decir las cosas, pensé en lo complejo pero simple que era su pensamiento y no pude parar de pensar en eso por unas cuantas semanas más.
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