Fantaseando con mi jefe (segunda parte)

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Hace mas de año y medio que trabajo para el Sr. Martínez y aún después de tanto tiempo se siguen alterando mis sentidos con su presencia, recuerdo el impacto que me causó la primera vez que lo vi, estaba detrás de su escritorio, sentado ligeramente hacia atrás en una postura sutilmente seductora, o al menos eso me pareció, tan seguro de si mismo, elegante, varonil, umm! Y tan sexi con su camisa ligeramente pegada al cuerpo, marcando biceps, aún tengo pegado a la nariz el delicioso aroma de su perfume caro.

Por supuesto nada de esto ha cambiado, todo lo contrario, con el paso del tiempo y a la vez que le voy conociendo mejor, me parece tan encantador y seductor como el día en que me entrevistó, pero al igual que sus cualidades siguen intactas, también su actitud indiferente para conmigo, él hace como si yo no existiera, pero sé que cuando estoy de espaldas me observa, me trata con la cordialidad que trata a todos sus trabajadores, pero se que en el fondo, su actitud es más amable de lo normal conmigo, sin embargo, sé que no tengo ninguna posibilidad con él, puesto que somos de mundos diferentes, además es un hombre casado con su trabajo, él es de los que nunca pondría en peligro su carrera profesional dejándose llevar por sus instintos y aventuras suicidas, hasta ahora ha demostrado ser un hombre de principios, recto y correcto en sus acciones, así que no tengo mas remedio que luchar por anular cualquier sentimiento y deseo hacia él, pero tengo que confesar que me resulta tremendamente difícil, en las ocasiones que nos quedamos a solas tengo que hacer un esfuerzo enorme para no echarme encima suya, cada vez que tengo que entrar a su despacho lucho para que no se me note el temblor en las piernas y para evitar sonrojarme solo con escuchar su voz, y para colmo de males un día sucedió algo que empeoró mi guerra interna, en una de las veces que coincidimos en el ascensor al final de la jornada laboral, en medio del silencio incómodo que se suele producir en estos, sucedió algo totalmente inesperado para mi, el Sr. Martínez se acercó a mi, lentamente alzó su brazo y metió su mano en mi pelo por detrás de la nuca y con ternura acercó mi cabeza hacia sus labios, me quedé paralizada sin saber como reaccionar, por un momento pensé que estaba soñando, como tantas veces lo había hecho en la soledad de mi habitación, soñar y fantasear con sus besos y sus caricias, sólo supe que no era una alucinación cuando saboreé su lengua en mi boca, el recorrido de los 16 pisos en el ascensor se me hizo tremendamente corto.

Salimos, y con una dulce sonrisa a modo de despedida se alejó, _hasta mañana Srta. Quintero_, fue lo último que oí.

El camino a casa lo hice en una nube, con gran alborozo y una turbulencia de sensaciones en el pecho, pero también con una tribulación en mi cabeza de pensamientos inquietos y excitantes.

 

Después de aquello los días transcurrieron con normalidad, como si nada hubiera pasado, hasta que un día por casualidad o tal vez no tanta, tuvimos que ir juntos a buscar unos archivos al trastero de la oficina, la gatita que llevo dentro daba saltitos de emoción, una vez allí nos dispusimos a buscar los archivos, nos llevó mas de 45 minutos encontrarlos, tiempo que transcurrimos en silencio, hasta que por fin el Sr. Martínez lo rompió, _Sandra_, dios! Acaba de llamarme por mi nombre de pila!, casi me derrito,

_ dígame Sr. Martínez, _ contesté con un hilo de voz,

_llámame Gustavo, por favor_, y acto seguido se acercó a mi, pegó su cuerpo al mío y me besó apasionadamente, un beso que saboreamos y disfrutamos intensamente, un beso que no parecía tener fin, o al menos eso deseaba yo con todas mis fuerzas, cuando quisimos darnos cuenta, yo tenía la blusa desabrochada, la falda por encima de la cintura y sus manos apartando mis braguitas buscando ansiosamente mi sexo, el cuál estaba hinchado y húmedo, me abrí de piernas para ofrecérselo y él metió dos de sus dedos en mis cavidades húmedas y oscuras, aah! Solté un leve gemido de placer al sentir sus dedos en mi vagina, con sensualidad y ritmo excitante acarició mi clítoris, ¡estaba tan excitada y le deseaba tanto! Que me corrí en seguida, suerte que las chicas podemos tener varios orgasmos, pensé. me pegué contra él y noté su miembro duro y apretado en su pantalón, le bajé la bragueta y lo liberé de su encierro, suavemente lo acaricié con la yema de los dedos, noté como le palpitaba de placer, así que me animé y me agaché, metí su miembro viril en mi boca, lo saboreé y lo Chupé como si me fuera la vida en ello, presintiendo que tal vez esa fuera la primera y la última vez que podría poseerlo, él se dejó hacer.

_ooh! Gustavo está usted delicioso_, exclamé

_oh! Sandra no pares por favor_, exclamó él

pero yo no quería que se corriera todavía, me moría de ganas por tenerlo dentro de mi, así que paré y me levanté, Gustavo me llevó contra la pared, me alzó por las caderas y me puso a horcajadas al rededor de su cintura, y así hicimos el amor un largo rato, luego me bajó, seguramente para que estuviéramos mas cómodos, me puso de espaldas, me apoyé en una de las estanterías, me abrí de piernas con el culo echado en hacia atrás ofreciéndole todo mi sexo, entonces Gustavo en una frenética y fuerte embestida me penetró nuevamente, sincronizamos el movimiento de las caderas y en esta deliciosa y maravillosa danza, entre espasmos y convulsiones de placer nos corrimos juntos. Gustavo me besó dulcemente y después nos acomodamos las ropas,

_¿volvemos al trabajo?__ su pregunta me bajó nuevamente a la tierra

_si, si, claro_ tartamudeé.

 

Desde entonces no puedo borrar sus caricias de mi piel y sólo espero el momento de volver a tenerlo dentro de mi, de que me haga suya y de que vuelva a ser mío aunque sea por un instante.

 


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