Las Habitaciones del Placer [6] [Fin]

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No estaba segura de si quería seguir más allá, mi excitación me decía sí pero mi cabeza me susurraba que ya era suficiente por hoy. Se lo comenté a Tomas y éste me dijo que fuera que no me iba a arrepentir y que en todo caso podría abandonar en cualquier momento. Asentí y fui, no quería arrepentirme después y pensar en que podría haber sucedido.

Salimos de aquella habitación y en mitad del pasillo me empotró contra la pared y me besó, fue un beso entre tierno y apasionado como en todo este tiempo no me había dado.

- Ahora entrarás sola, disfruta y solo al final de esta experiencia busca respuestas - Me dijo mientras se alejaba a pocos centímetros de mis labios

- Pero, ¿no entrarás conmigo? - le repuse.

- No, aquí te digo hasta luego, pero si en salir aún tienes ganas de más, búscame - me dijo guiñando un ojo.

Se alejó y en la lejanía de aquel pasillo pude ver como en un momento se daba la vuelta para dedicarme una sonrisa, que le devolví enseguida.

La puerta de la habitación era blanca y roja, mezclados, dando un tono que me gustaba, no sabía qué me iba a encontrar allí detrás, que clase de perversión me esperaba esta vez así que respiré hondo e inserté mi tarjeta en la ranura esperando la luz verde para entrar. Cuando vi la luz verde no sabía si me tranquilizaba o me ponía más nerviosa si cabe. Entré.

Era un lugar oscuro, no podía ver nada ni tan siquiera una pequeña luz como en otras habitaciones había, me fui adentrando y tampoco escuchaba nada, di un respingo cuando alguien de repente me tocó por detrás.

- ¿Quién eres? - Atine a decir con voz un poco temblorosa.

- Ssshhhh - escuche a mis espaldas.

Me agarró de la cintura delicadamente y me dio pausados besos en el cuello que me encandilaban, me atraían, por la dureza que notaba en mi trasero supe que se trataba de un hombre, alto y fuerte. Me acariciaba de una forma dulce, bajó sus manos hasta mis nalgas donde se retractó unos segundos acariciando, estrujando mientras su cabeza se dejaba caer en la mía y su aliento impregnaba mi nuca. Me di la vuelta y le acaricie los abdominales, al no poder ver nada mis otros sentidos se avivaron, el tacto de mis manos en su torso era cálido, cercano, como si mis manos se fusionaran en él, poco a poco me iba acercando a lo que presentía que eran sus labios por el calor que notaba pero no pude besarlo, me esquivaba cada vez que me disponía a rozar su boca.

Me acercó lentamente hacia delante hasta que con mis piernas pude tocar el bordillo de una cama, me senté y me fui echando hacia atrás, él se acercaba a mi ritmo hasta que se colocó encima.

Su lengua comenzó a recorrer mi cuello, el lóbulo de la oreja, bajó hasta la clavícula y se adentró en mis pechos los cuales acaricio delicadamente centímetro a centímetro mientras los lamia con la punta de la lengua dibujando círculos infinitos. Mis pezones erectos cada vez pedían más, mi sexo comenzaba a humedecerse a un ritmo vertiginoso y mi aliento se aceleraba por segundos. Bajó por la línea central de mi pecho, se detuvo en mi ombligo

para acariciarlo con la lengua y siguió bajando hasta encontrarse con mi sexo ya empapado de excitación, paseó su dedo corazón por él hasta introducirlo dentro de mí con lentitud, mi cuerpo se arqueó y eso le dio paso a mojarme aún más con su lengua, succionó rincón a rincón mi sexo mientras introducía otro dedo en mi interior y lo movía de forma circular, el calor me invadía cada vez más y la figura de aquél hombre en la oscuridad me excitaba notablemente, antes de que llegará al orgasmo se apartó, me abrió las piernas y me penetró de una sola vez hasta el fondo, era brutal la sensación que tenía en ese momento, como aquel hombre misterioso y yo nos compenetrábamos tan bien sin siquiera decir una palabra.

Siguió entrando y saliendo primero pausadamente y luego con ímpetu, sus entradas cada vez eran más fuertes y mi deseo crecía con él, lo tenía a pocos centímetros de mí, podía sentir el calor de su aliento entrelazándose con el mío, sin saber por qué, cuando estaba a punto de estallar, mis brazos rodearon su cuello y lo atraje hacia mí en un intento de abrazo y nos fuimos juntando nuestras bocas abiertas, intercambiando alientos, deseos, excitaciones.

Se quedó allí caído sobre mí un rato, sin decir nada aún, cansado, le acaricié el pelo y sus manos cogieron la mía y se la llevó a su boca para besarla, algo mojado cayó sobre ella, estaba llorando! Aquel chico comenzó a llorar.

- ¿Qué te pasa? - le pregunté.

- No puedo dejar que te marches una vez más, mi vida es como un puzle de mil piezas todas ellas deben encajar y tú eres una de ellas, si tu no estas mi vida no encaja, te echo de menos Lucia, llevo 15 años echándote de menos, sin saber de ti, con la incertidumbre de con quien estarías o qué harías, te quiero, por favor quédate conmigo - me dijo entre sollozos.

¿¿¿Hugo??? Sí era él, en ese momento entendí lo que me dijo Tomás antes de entrar "Disfruta y busca respuestas después".

No sabía que decir ni que hacer, estaba sola y así era feliz pero cada vez que Hugo irrumpía en mi vida la ponía patas arriba y hacía que me replanteará todo en ella.

Yo no suelo creer en el destino, pienso que soy yo quien dicta mi vida y quien escribe los pasajes que en ella ocurren, así que a partir de ese momento cogí papel y boli y comencé a escribir:

"...Pasaje nº X: Hugo y Lucia..."

FIN

PD: Siento cada retraso ocasionado y espero que os haya gustado. Gracias.


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