Fue una noche

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Todavía lo recuerdo. A veces tengo fantasías con otros hombres, pero el escenario es aquel que viví con él. Entonces me doy cuenta que fue una muy buena experiencia, además que me gustaría volver a verlo.

Es frustrante que no me quiera ni siquiera como amiga. Me pregunto si así de mala soy en el sexo. A mí me pareció que se divirtió tanto como yo, pero ya no estoy tan segura. En cualquier caso, ahora solo me queda recordar y saber que los besos más dulces que me ha dado un hombre fueron los de su boca.

Fue increíble que su boca fuera tan dulce. Se movía sobre mis labios como miel pero sin lo empalagoso. Era como agua dulce.

Esa noche fue muy extraña, yo estaba cansada y sin muchas expectativas. Ya sabía que era un hombre muy atractivo, en serio lo es, lo que no me imagine era que no iba a sentir nada al verlo. Nada de deseo, nada de empatía, nada de nada. Fue ver a un extraño y ser amable con él. Eso no cambió ni siquiera cuando nos acostamos en la misma cama. No esperaba que me tocara y no tenía la intensión de tocarlo.

Ahora que lo pienso no estoy segura que su gesto fuera el de un abrazo, tal vez solo se estaba acomodando. Pero a mí me pareció que sí, pero de un modo más amistoso, por eso solo lo abrace sin besarlo.

Lo que vino después me gustaría recordarlo con mayor detalle. Después del abrazo me di la vuelta con la intensión de dormir mientras recordaba una canción ??y yo que creía que esto era un buen plan??. Me reía de la situación hasta que sentí su mano en mi pierna, pero no en el muslo en la pantorrilla como probando mi respuesta. Seguí incrédula y sin darle importancia, tratando de dormir, pero entonces pego su cuerpo al mío. Entonces no quise creer que aquello que sentía era su pene duro contra mi trasero, no podía ser nada más en ese contexto, pero en ese instante elegí no pensar que estaba excitado. Creo que necesitaba más pruebas, para no sentirme ridícula si decidía tocarlo.

A mi quietud él respondió atreviéndose a tocar el muslo de mi pierna izquierda. Me di cuenta de cuán rápido estaba latiendo mi corazón, mi mente estaba clara y relajada, tratando de identificar la mejor respuesta pero podía sentir cada palpitar de mi corazón y por un segundo desee que él no lo sintiera o lo escuchara así no vería mi debilidad/disposición.

Sin tocar mi trasero su mano paso a mi estómago por debajo de la blusa que esa noche usaba como pijama. Mi brazo era la barrera que separaba su mano de mi pecho, por lo tanto dependía de mí el dejarlo pasar o no. Y lo hice, levante el antebrazo y como si se lo hubiera pedido en voz alta subió la mano hasta mi seno izquierdo y lo envolvió suavemente.

Esa primera caricia siempre me genera una gran emoción. Al tratar de recordarlo siento algo dentro del pecho. Deben ser las que llaman ?mariposas? pero sin la cursilería del enamoramiento, solo el mero recuerdo del placer.

Era lo que necesitaba saber, que me deseaba, y entonces podría responderle. Me di la vuelta y quede frente a él, busqué su boca y le di un beso. Beso. El mejor de mi vida hasta ahora.

Me pegué a su cuerpo y sentí sin duda su pene erecto. Sus manos ahora sin miedo al rechazo me recorrieron de arriba a abajo. Creo que lo sorprendí un poco cuando pasé mi pierna sobre las suyas y quedé arriba de él. En esa posición me resultaba más fácil besarlo y a él le resulto más fácil quitarme la pantaloneta con la ropa interior incluida.

Le quité la camiseta. Piel de bebe, olor de hombre. Él abre mi camisa y descubre mis senos, ahora están al completo alcance de sus manos y su boca. Sus labios no están tan solo en mi boca, se mueven por mi cuello, mi pecho, mis pezones, mi estómago. Yo siento que estoy sobre una nube, sintiendo suavidad y el deseo por más placer que crece dentro de mí. Siento el dolor del deseo en mi vagina.

Las ansias por tenerlo dentro se interrumpen con el clásico ?déjame ir por un condón?. En ese segundo que me deja sola en la habitación pienso que está haciendo frío y me enrollo en las cobijas.

Él vuelve con un plástico en la mano se acuesta a mi lado y se lo pone. Me abraza y me devuelve a su lado. Al besarme recuerdo el deseo que siento por él y al volver arriba, tomo su pene con la mano y lo dirijo a mi vagina. Se siente más grande de lo que se veía, por eso duele mientras se abre espacio dentro de mí. Después de un momento quiero moverme para que el placer le gane al dolor. Me muevo y ráfagas de goce pasean por mis pies, suben por mis piernas, por los brazos, las manos, la lengua. Se puede saborear el placer cuando lo sientes. Y te vuelve la boca agua.

Lo interrumpo para que se ponga sobre mí. Ahora él tiene la libertad de moverse como lo desea, fuerte, rápido, profundo. Acerco mi rostro al suyo, con un pequeño movimiento me da a entender que no me quiere besar (¿mal augurio?) pero esa no es mi intensión solo quiero ver cómo me lo mete.

Finalmente, me pongo en cuatro y con la cabeza le indico que ahora lo quiero por atrás. Me gusta mucho al mismo tiempo que me inquieta. Siento que voy a explotar pero quiero que siga, y él sigue todavía más adentro, moviéndose, tocando mi interior. Por un momento se me ocurre que estoy gritando muy fuerte y puedo molestar a los vecinos. Tomo aire y vuelvo a sentir.


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