You´re My Perfect Colour

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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Todo está en calma. Las niñas se han acostado ya. Mis padres han salido y no se escucha nada más que el sonido de los grillos y algún coche que pasa de vez en cuando. Estoy sola y me voy a dormir, con el único consuelo de que voy a estar algunas horas sin sufrir. El orfidal me deja K.O. “Eso no es una solución” me dijo Carol hace unos días. “Es como estar muerta, ni sientes ni padeces”. Tiene razón, pero ahora es la única “solución” en la que encuentro algo de paz, aunque sea por estar muerta unas horas. Cuando me despierto el dolor y la angustia siguen ahí, implacables, insaciables.

Es el primer viaje que hago a Cádiz sin ti; y es como estar dentro de un sueño; nada parece real. No es la misma playa, ni el mismo aire, ni la misma luz. Solo siento un dolor insoportable que no me deja ni respirar. No, espera; no puede ser real, no puedo estar aquí, en nuestro Cái, sintiendo dolor. Eso es, es una pesadilla, muy real, pero una pesadilla de la que terminaré despertando.

Echo a andar por la orilla, haciendo el mismo paseo que hemos hecho juntos tantas y tantas veces, esperando encontrarme algo mejor. Pero no estás aquí. ¿Cómo me voy a sentir mejor? Es de locos. Vago por otra dimensión desconocida para mí, llena de monstruos que se meten en mis entrañas y me van devorando poco a poco, sin piedad. Tengo pánico a pasar una vida en la que no estés a mi lado.

¿Te acuerdas? Siempre te decía que no me daba miedo la muerte. Lo que me aterraba era no encontrarnos en el otro lado. Pero eso no podía pasar nunca. “Somos invencibles” me solías decir. Ahora, recordándolo, me doy cuenta de que eso sólo puede pasar si no volvemos a estar juntos. Si de verdad nos separamos y cada uno sigue con su vida al margen del otro. ¿Cómo nos puede hacer esto el destino? ¿Jugar así con nosotros y quitárnoslo todo de esta forma tan desgarradora?

He perdido la noción del tiempo, debo llevar dos horas caminando. Al final llego a nuestro chiringuito y me pido un mojito para ver la puesta de sol. Nuestra puesta de sol. Suena una de tantas canciones que hemos hecho nuestras. Siempre nos hemos amado a través de la música. Pero para ahora, para este momento, sólo podía ser esta cancíon. Es como si supieras que iba a estar ahí y lo hubieras preparado todo. Pero no puede ser; estás a más de 700 Km. Me abrazas por detrás y me susurras, apenas rozándome “Siempre te querré Ale, eres mi vida”. Giro la cabeza y me estremezco al sentir tus labios cálidos sobre los míos.


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