Denunciar relato
- No debí malcriarle, los padres deben regañan a los hijos como se ha hecho desde la antigüedad. Eludí la obligación de poner límites a sus actos, así que el único culpable de mi ruina fui yo. La primera denuncia por malos tratos que se inventó la solucioné con un talón. La segunda se prorrogó hasta los juzgados y derroché gran parte de mis ahorros en la minuta del abogado que me salvó. En la tercera casi me quitan la casa, teniendo que licitar por ella en una subasta. Y en la cuarta no mintió en su denuncia, quise matarle, deseaba aplastar esa parte de mí gangrenada, acabar con mi hijo, para poder respirar y no ahogarme en el intento. Realmente perdí la cabeza, doctor.
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