Sáquenme de aquí, odio las multitudes. No soporto las conversaciones estúpidas; y el aliento acumulado de los idiotas que lo gastaron sin sentido ya me está sofocando.
Me gustan los momentos y las conversaciones que valen la pena tener. Me gustan las personas que cambian algo por ellas mismas y no por alguien más. Tú no me agradas cuando le agradas al resto.
La suerte fue echada, los cerebros se repartieron, los cuerpos fueron entregados a sus respectivas almas y mi cuerpo fue tirado entre pastizales sin llevar algo valioso dentro.
Sáquenme de aquí, prefiero que me trituren los miembros del cuerpo con un martillo antes de seguir en esta rutina; la rutina hace lo mismo de manera lenta y el dolor se siente segundo a segundo, martillaso a martillaso.
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