El bollito soñador

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Había una vez un bollito que quería ser una manzana. Las miraba rojas y redondas (sobre la mesa) como el sol crepuscular sobre una bandeja de plata. Y no es que las envidiara, sólo que esa idea le había nacido por el papelito rojo que le envolvía. Mis abuelos debieron de ser frutas también, gemía entre lágrimas cuando se burlaban de él.

Vivía en una canasta, y todos los días los niños agarraban bollitos y galletas y se los comían con leche. Pero este bollito, muy inteligente se escondía debajo de los otros y no permitía que se lo comieran. Una mañana vio venir al muchacho de las frutas, y le pidió entre lágrimas y suspiros que le cumpliera el deseo de convertirse, en una hermosa y apetitosa manzana roja. El joven le dijo que antes tienen que comérselo. ¡Pero cómo!, se dijo el bollito, así me convertiré en m? Más pronto, pisoteo su orgullo y siguió soñando, perseverante y dejó que se lo comieran.

El bollito, como había sido de los primeros que habían llegado a la canasta, ya estaba amarillento y seco. Incluso unos pelillos verdes le empezaban a molestar la nariz. Pasaron los días, los niños abrían la canastilla, agarraban las galletas y bollitos de abajo y allí le dejaban a él, solo, sin siquiera tocarlo. Una tarde llegó la mamá de los niños, lo agarró, le miró detenidamente. Ahora si me convertiré en una manzana, se dijo. Pero la señora, abrió la ventana, y le arrojó al jardín, justo al pie de un arbolito de hojas anchas.

Días después, pasó un perro, le olfateo repetidas veces. Pero en vez de comérselo, alzo la pata y arrojo un nauseabundo líquido al arbolito, junto al bollito que ya empezaba a descomponerse. Aunque parecía que todas sus ilusiones se habían perdido, al no lograr que se lo comieran, el bollito seguía aferrado a que algún día sería una manzana.

Un mes después, del bollito, sólo quedaba un montón de tierra que termino por mezclarse con la que había a su alrededor. Pero un día, empezó notar que alguien le absorbía. Ahora como pequeñas moléculas se interno a través de las ramas del árbol, y no supo cómo pasó, pero una mañana vio salir el sol, convertido ya él, en un pimpollo de manzana. ¡Qué cosa más bonita se dijo el bollito!, que a veces, había tenido miedo de quedarse toda la vida bajo la tierra. Pero ahora, allí estaba, sonriente y risueño. Pronto se convirtió en una bolita verde y fue creciendo hasta convertirse en una hermosa manzana roja..

 

FIN


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