EL CIRCO SIN CARPA
Por ciclistarojo
Enviado el 15/04/2015, clasificado en Varios / otros
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El CIRCO SIN CARPA
Veíamos pasar aquellos coches y a las furgonetas decrépitas remolcando las caravanas igual de decadentes que hacían las veces de viviendas, taquilla o camerinos y nos íbamos tras ellos que con un megáfono, una trompeta y el redoblar de tambores nos invitaban a ver ?el mayor espectáculo del Mundo?.
Se dirigían a un solar próximo a la casa de mi infancia y allí montaban su campamento y con cuatro toldos improvisaban los límites de los que pretendían fuese un circo?un circo sin carpa.
Para tener acceso teníamos que pagar un duro en taquilla y entregar el pase al mismo hombre de cara triste, melancólico y adusto de tanta intemperie, que una vez iniciada la función pretendía hacernos reír. Lo que con la algarabía mañanera eran famosos trapecistas, peligrosas fieras o estrellas de la copla? al caer la noche, cuando la carpa de las estrellas cubría aquel solar, todo se transformaba y languidecía: los trapecistas pasaban a ser contorsionistas de rostro dolorido, a las fieras les suplía un mandril con el culo pelado atado por una cadena o cuatros perritos disfrazados a los que hacían bailar a dos patitas y las estrellas de la copla eran suplantadas por un hombre de sexualidad indefinida que vestido de flamenco y con el rostro exageradamente maquillado intentaba cantar por Farina o Caracol.
Aquel circo sin carpa, aquel circo de titiriteros, aquel circo de pobres para gente pobre nunca me llegó a ilusionar. Pese a mi corta edad algo en mi interior me decía que aquellos artistas eran figurantes del circo de la vida.
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