Pero lo horriblemente triste es creer que tu pena mínima que tanto te gusta vomitar a un público lameñoclas es la más oscura y desastrosa tortura que solo un dios vicioso sangrado y torturado haya podido enviar a un hombre.
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Lo triste gusta. La amargura en venta, en canciones y panfletos poéticos que podrían englobarse en pasteleo enfermo y el llanto falso. Lo realmente triste es mejor cuando a otro le afecta o quizás te sientas identificado con ese saco de penas que en tu cabeza estalla y te pajea el alma.
Pero lo horriblemente triste es creer que tu pena mínima que tanto te gusta vomitar a un público lameñoclas es la más oscura y desastrosa tortura que solo un dios vicioso sangrado y torturado haya podido enviar a un hombre.
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