Aprendiz de sumisa: el comienzo.
Por Malu Ramírez
Enviado el 20/04/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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Llevo días pensando en él… en lo que quiero hacerle lento. ¡Deseo tanto su piel! Es de esos hombres que van dominando tu mente hasta minar las fuerzas con las que luchas para que no pase algo más que un saludo y un rato de flirteo…
No suelo ser una mujer fácil, pero él tiene ese “no sé qué” que hace que no te importe nada más que sólo satisfacer tus necesidades corporales de forma tan lasciva y perversa y sólo con él.
Todo empezó como un juego, he de reconocer que aparte de él, sólo uno ha sido capaz con letras de llevarme a desearlo con esa intensidad y más hasta que todo terminó… lloré durante meses una ausencia acompañada, hice todo lo posible por regresar y sin embargo, nada me hizo ser para ese hombre más que un juguete con quien divertirse a pesar de yo amarlo. Dejé de sentir en letras, a nadie permití tocarme de esa forma ni de ninguna otra, a nadie más entregue mente, piel, corazón…
Pero lo encontré a él… al principio le puse cara y nombre de ese otro al que aún amo, sus letras se me hacían semejantes a lo que alguna vez me hicieron sentir aquellas otras, era tonto lo sé, pero era un paliativo a mi alma sentir algo, hasta que un día llamé su atención… no sé exactamente de qué forma se fue metiendo en mi mente, tanto que comenzamos a platicar como amigos… él sabía mi historia, el dolor que me causaba el amor y que sus letras hacían sentir un poco a la mujer que había decidido no volver a sentir nada.
Su propuesta me sacó de balance… deseaba demostrarme su teoría “Aunque se ame en exceso: no es el corazón el que da placer, sino el cuerpo” y a pesar de yo responderle que el placer cuando se entrega el corazón es mayor a cuando es sólo por satisfacción se empeñó en aplicar su teoría retándome a sólo sentir sin involucrar sentimientos, sin enamorarme de él… que fuera su “sumisa” y aceptarlo a él como “mi amo”; prometió llevarme por los senderos de la lujuria, elevarme a lo sublime del placer, a su ápice oscuro.
No sé por qué acepté, tal vez porque estoy cansada del dolor del amor no correspondido, o porque quizá una parte de mí siente curiosidad por ese mundo lleno de perversiones de las que me habla y le he leído… comenzó a preparar todo y por mi lado investigué un poco en lo que me metía… leer toda esa información, ver todas esas imágenes me hicieron sentir miedo; si, miedo… pero no de todo eso que vi, sino de volverme adicta a la satisfacción física por el dolor, a la sumisión, a perder mi voluntad y entregarme a esa oscuridad del placer carnal sin amar y querer más y no llenarme nunca… miedo al vacío que ya he sentido y en el que estuve a punto de perderme alguna vez.
Dos semanas llevamos trabajando en ello, me ha dado las primeras lecciones para lograr ese nirvana prometido; sus instrucciones han sido claras y precisas y no lo veré hasta estar preparada para esa entrega de mi cuerpo a “mi amo”… todos los días sin falta me escribe observando mis avances, me va llevando de la mano por este raro camino, va transportando a mi mente al lugar que debe estar… además de ello va haciéndome sentir con sus letras todo aquello que desea hacer con mi cuerpo… voy perdiendo la cordura lentamente hasta caer en un estado de excitación que hace mucho no sentía; la última semana de estar platicando horas he obtenido una humedad inusual entre mis piernas, un deseo irrefrenable de que sus manos recorran sin pudor todo mi cuerpo, quiero sentir sus labios mordiendo mis pezones, sacando mis jugos, haciéndome gritar de placer, que me tome fieramente y entierre en mí su miembro erecto, que se vacíe en mi rostro y volver a comenzar.
He estado a punto de hacérmelo yo sola, me he masturbado algo un par de días sin permitirme llegar al climax, se mezclan sentimientos encontrados… extraño al hombre que amo y sin embargo; pienso también en lo que “mi amo” ha hecho en mí, en lo que me ha ordenado que haga, en el terreno que va ganando en mi mente y cómo va minando mi resistencia, sé que juega conmigo, que camina silente merodeando su presa, estudiando cada paso con una parsimonia lasciva para no asustarme, esperando la sumisión total de ésta aprendiz y sólo acierto a tener un miedo mezclado con la anticipación de sentirle a él y llenar de satisfacción mi cuerpo y nada más.
Malu Ramírez
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