Al entrar, cómo quién descubre, de una manera inesperada,un tesoro que había estado deseando durante mucho tiempo, todo tu alrededor se envuelve de una luz especial.
Cada partícula en el aire tiene valor por sí misma y cada color o textura esconde millones de conclusiones.
Te ves envuelto en una nebulosa que condensa infinitas posibilidades e infinitos resultados.
Te asisten miles de ideas y, a su vez, te asiste el temor. Temor por no ser capaz de arrinconar cada chispa de sentido y mantenerla latente durante cada minuto de tu existencia.
Porque el hecho de entrar lleva consigo una especie de pulso incontrolado que se acelera y por el descontrol del cual sientes que se aproxima un paro súbito.
En el interior, los horizontes se amplían, el mundo cambia y resulta extraño descubrir la otra cara de todo lo que hasta el momento te había parecido inamovible.
En tu mente existen millones de puertas, no hay límites y todo fluye como si siguiera una normativa universal( que no es tal ).
Estás sólo ante cada posibilidad y puedes plantearte cada detalle.
Todo cobra sentido.
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