De repente me encuentro en la fría y oscura noche, escribiéndote cartas que bien sé que quizás no leerás, impregnando en cada palabra este amor que al paso de los días crece como la espuma en el mar.
Escribo, borro y vuelvo a escribir, tu imagen viene a mi mente cual lluvia anticipada.
Entiendo que debería expresarte mi amor de otra manera, pero suelo a veces carecer de valor, la angustia me envuelve y me hago su presa sin poner un mínimo de resistencia.
Por ahora prefiero amarte en silencio, seguir viviendo en este mundo que invente para los dos, obtener de ti pequeñas sonrisas, escuchar en mi imaginación palabras provenientes de ti bañadas de amor y dulzura.
Es fácil cuando existe alguien como tú, que te has convertido en mi fuente de inspiración. Lo difícil está en callar a este corazón que late de manera descontrolada, pero dime ¿Cómo le explico que eres alguien hasta ahora imposible, y que no estamos dentro de tus planes si de razones no entiende?
Disculpa mi osadía al mencionarte sin que tú lo sepas, pero comprende que ya formas parte de mí, eres ese veneno que necesito , la droga que mi cuerpo exige, aunque sepa que terminará matándolo? ¡Qué ironía! ¿No?
Pero no importa, que aún después de la muerte, seguiría con esta locura si es que algún día estuve cuerda. Gritare mi amor al viento con la esperanza de que en los días venideros, éste te abrace y susurre al oído todo mi sentir, y entonces, sólo entonces lo que hoy creo imposible, tal vez se vuelva realidad.
Mientras tanto duerme, que yo vigilare tus sueños, a pesar de las distancias, en espera de una nueva noche con muchas más cosas que decirte por escrito.
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