Viajes de la tercera edad 2
Por Septiembre
Enviado el 24/04/2015, clasificado en Amor / Románticos
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Apenas han pisado bajo el letrero que indica el nombre de la vía un gesto de contrariedad se dibuja en la cara de la mujer. La famosa calle de su abuelo no es ni mucho menos como la había imaginado, ningún establecimiento que indique algo de vida, casas cerradas hace ya mucho tiempo. Una tristeza intangible impregna toda la calle, nadie a quien preguntar si no se había equivocado: si esta era la calle de las tabernas, de las familias numerosas, y los chicos jugando incansables bajo los balcones con la ropa tendida. Ahora estaba completamente vacía. Un extraño silencio, solamente roto por lo los pasos de ambos impregnaba el gélido ambiente.
-Por Dios que disgusto, que diferencia con la idea que yo tenia
- Si Carmen, tiene que hacer mucho tiempo que esta era una calle importante
- Dame la mano por favor, dijo, tuteándole repentinamente con el corazón encogido.
Con evidente alivio por olvidar el usted, la cogió la mano con fuerza, entrelazo los dedos con los suyos mientras la miraba a los ojos.
-Era previsible, la calle de tu abuelo hace 100 años que existió. Míralo de esta manera: te has sacado una espina, y le has rendido este pequeño homenaje.
-Tienes razón de vivir tendría 120 años, las ciudades cambian mucho, tanto como nosotros. Vamos a otro sitio más alegre, ¿te has dado cuenta que parecemos una pareja de novios cogiditos de la mano?
- Es verdad, confirmo él con una franca carcajada, por aquí se vuelve al centro de la ciudad ver si encontramos un bar, y tomamos una cerveza me estoy haciendo pis.
Encontraron una cafetería tan vacía como las calles que la circundaban, mientras Alfredo entraba en el aseo el camarero se dirigió a Carmen.
-Que desea tomar señora
Póngame un descafeinado de maquina
-¿Y su marido?
La pregunta puso una sonrisa picara en su rostro, la situación la convertía en adolescente, de repente tiro por la borda sus ya bastantes años, su madurez, su ya larga experiencia, y se sintió joven, empezando algo nuevo No podía sospechar el joven barman el cumulo de sentimientos que había despertado en ella su pregunta.
- Una cerveza. Respondió con naturalidad, y desparramo la miraba distraída por la ventana, con la sonrisa de complacencia en el rostro. Cuando salió Alfredo, rápidamente le abordo:
-Te he pedido una cerveza, y en voz baja: ?nos ha confundido con un matrimonio?
-Favor que me hace, es normal entramos cogidos de la mano, solos. Lo lógico es pensar eso, déjale con la idea, seria mas difícil explicar que nos hemos conocido esta mañana.
Mientras, le acercaba el vaso, alzo el rostro y beso en los labios al sorprendido Alfredo, que tras unos segundos de vacilación, correspondió de la misma manera.
Salieron en silencio cogidos de la mano, sin mirarse. Felices
4 -Aun queda tiempo, podíamos dar una vuelta. Esta parte de la ciudad es el conjunto monumental, dando un rodeo llegaremos al hotel a la hora. Rompió el silencio el hombre, aun no repuesto de la sorpresa.
-Me parece bien, con ese aparato estamos salvados, un paseo nos vendrá bien y otra cervecita tampoco estaría mal. Respondió ella, mientras buscaba su mejilla para depositar otro beso y apretaba su mano con fuerza
Llegaron al hotel justo a tiempo para sentarse juntos durante la cena
Carmen en previsión de ulteriores comentarios, comento con algún que otro viajero que Alfredo y ella habían sido compañeros de estudio tiempo atrás y que la casualidad los había reunido, pequeña mentira que intentaba explicar su llegada en solitario y su posterior y estrecha relación a la vista de todo el mundo.
Tras los postres, lentamente los comensales se fueron retirando a las habitaciones, deseándose un feliz descanso. Nuestra protagonista, fue de las primeras en iniciar la retirada Alfredo permaneció un rato mas presentándose a algunos compañeros, y tras algún comentario intrascendente sobre lo visto y vivido subió a su habitación.
15 minutos llevaría nuestro hombre en su interior cuando unos leves golpes en la puerta, le hicieron volar hacia ella. Carmen vestida con una sencilla bata penetro rápidamente.
-Aun estas vestido, no te has quitado ni los zapatos
-Estaba haciendo acopio de valor para ir a tu habitación
-Es que los hombres sois mas cobardes. Las camas son iguales: Nos quedamos aquí .Dijo mientras le abrazaba buscando sus labios.
Bajaron a desayunar por separado tampoco era cuestión de dar pistas a nadie sobre lo acontecido la noche anterior. Desayunaron sentado uno frente al otro, besándose con la mirada, y con una sonrisa cómplice permanentemente dibujada en sus caras.
La guía apremio:
- Nos vamos. Ya nos están esperando en la catedral, después volveremos a por los equipajes, y a continuación saldremos para Cáceres donde dormiremos
Alfredo se dirigió a Carmen -La catedral esta cerca de la calle de tu abuelo, ¿Qué te parece si pasamos olímpicamente de la visita damos otro, paseo a ver si por la mañana tiene otro aire?
-Solo tienes buenas ideas, se lo decimos a la chica nos ponemos una hora y nos vamos
-Apenas estuvieron fuera de la vista de los demás, entrelazaron sus manos
De esta manera se dirigieron a la ya conocida calle?para constatar que estaba tan vacía como la tarde anterior.
? Oye, tú ¿estás casado verdad?
-Si, si lo estoy al igual que tu. Esto es la primera vez que me pasa en la vida, Yo quiero a mi mujer, estoy enamorado de ella, tú eres encantadora, no intento engañar nadie, me has quitado cuarenta años, estoy felicísimo de llevar mi mano entre las tuyas, y de haber hecho el amor contigo. Cuando regresemos, volveré con mi esposa y mis hijas. Te voy a recordar el resto de mi vida. Te quiero de una forma rara, estaba deseándolo decirlo, me estaba quemando el deseo de contártelo de hablarte de mis hijas de mi familia. No he estado, jamás con otra mujer, con la madre de mis hijas y ahora contigo nadie más. He sido fiel hasta hoy, 5 No me siento culpable en absoluto, he venido sin ella por qué se ha ido unos días a Londres, con una de las chicas.
Tengo la impresión de que te ibas adelantando por segundos, utilizaste el tuteo, el primer beso. Fuiste tú la que entraste en mi habitación, por que el deseo de hacerlo era mío también, solo que soy unos segundos más tímido que tu. Cuando te vi sentada en el autobús al lado del único sitio libre me felicite por la suerte que había tenido al tenerte de compañera...
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