Esa noche Cualquiera

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Eran las ocho de la noche del pasado lunes cuando sonó el celular, al otro lado Dana lloraba despiadadamente, agitadamente. Me apresure a decirle que se calmara, que tomara un poco de aire, y que me hablara bien. Fue en vano, al parecer se había desplomado; solo escuche cuando la gente decía, se ha desmayado, se ha desmayado? ¡la chica!  Tienes que darle aire? llama una ambulancia; por favor?
Esa mañana llegamos muy temprano a clase; Kelly, José, Dana y yo, esperamos un rato afuera porque aún no era la hora. Dana ese día estaba muy alegre, muy bien maquillada y con un peinado radiante que traslucía su cabello azabache.  Ella como de costumbre; vivaz, eufórica y muy cariñosa. Dijo en un tono dulce; chicos que les parece si hoy nos empujamos un almuerzo de puta Mare. A lo que todos protestamos? ¡ya!? paja - dijo José ? y como se merece también unas cervezas recontra heladas- dijo efusiva Kelly.
La clase había empezado, como siempre nosotros nos sentábamos atrás, a mí me gustaba ese sitio desde la secundaria, ahora en la universidad también, quizás porque soy tímido y a veces no me gusta hablar con nadie, que sé yo. Muchas veces soy raro.
¡Atento! Cojudito? que la puta de la profesora nos está viendo; me advirtió Dana al verme suspirar y pensar en tonterías, seguro estás pensando en huevaditas ¡no! ? ya no me jodas le dije con una sonrisa.
Esa tarde comimos? ¿no? ¡Tragamos! como condenados -diría yo. Una cerveza por aquí otra por allá y yo ya estaba viendo diablos azules.  Dana se balanceaba sentada a mi costado, Kelly y José a nuestro frente. Con la cara descompuesta, Kelly tratando de fumarse un cigarro. Me gustas mucho tontito, te quiero como no sabes cómo, nunca te lo iba a decir, pero ahora ya lo sabes enfermito-, con un olor y sabor a malta saliendo de la boca de Dana, voltee mirándola,  y ella ya se habia  pegado como mosca a mis labios y me beso, sin decir yo ni una palabra.
Llegue a casa medio lucido, dormí un poco, no pensé en el beso de Dana, seguro lo había hecho porque estaba con alcohol en la sangre, desperté como media hora antes de las ocho, no quise levantarme. Al poco rato suena el celular que estaba a medio metro de mi cama, seguro lo había dejado allí antes de tirarme a dormir. La primera vez sonó y no quise contestar, sonó la segunda tuve que levantarme, tenía que ser urgente, nadie me llamaba dos veces.
Jonatán no sé qué tengo? me duele el pecho y me falta el aire? todavía no llego a casa. Entrecortada y agitada la escuche por el celular. Cálmate y busca ayuda, antes de decírselo había cortado. Vuelve a llamar ahora llorando; no sé qué me pasa, toma aire, tienes que buscar ayuda, quien está por ahí dije- hay poca gente en el paradero, estoy sentada sola. Tienes que tranquilizarte un poco. Tendré que salir a buscarte, si pero apúrate? fue lo último que dijo allí sentada en el banco de madera. Cuando la encontré estaba cerrada en un círculo de médicos y personas, no tuve fuerzas para mirarla, la vi de lejos. Pregunte al médico a cargo que le había sucedido, solo atinó a decir;       seguramente por una sobredosis de alcohol y droga, ¿Droga? Replique- si- advirtió el, encontramos sustancias al parecer de pasta entre sus  manos y fosas nasales.  

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