EL GINECÓLOGO.
Por MissRelatos NoeliaMedina
Enviado el 25/11/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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- Si, oh Cristopher, sí, sí-. Grito dislocada mientras él intenta callarme posando la mano en mi boca, pero sin embargo, no para de embestirme cada vez más fuerte. - No pares por favor. ¡Me corro!
- Shh-. Murmura mirándome mientras se muerde el labio. - Vamos Megan, córrete para mí.
Los jadeos salen de mi gargantas ahogados. No quiero gritar, alguien puede entrar en la consulta y vernos, pero no puedo silenciar el orgasmo que se avecina a mí, subiendo por mis piernas con fuertes y asombrosas sacudidas. Oh Dios, me corro y no puedo gritar, ¿ y si la enfermera entra?
Pi pi pi pii, pi pi pi pii.
Despierto sobresaltada de la cama, con el corazón acelerado y llevo una de mis manos a mi pecho, como si así pudiera controlar las fuertes palpitaciones de las que estoy siendo protagonista. Miro alrededor y observo que estoy en mi cama, en mi habitación y que acabo de soñar con mi ginecólogo al que tengo que visitar en cuarenta minutos.
Me quedo parada aquí, mirando a la nada y riendo. Anoche me acosté con la cita en la cabeza y por ello he soñado con Cristopher. Y porque está muy, pero que muy bueno. Nada comparado con Oscar, mi antiguo ginecólogo de unos cincuenta años, gordo y pelón. Desde que Cristopher entró al centro de salud, cojo revisiones generales a cada tres meses, pero hasta ahora, por ver a aquel rubio treintañero y nada más, sin ningún tipo de intención sexual.
Toco mis bragas y las descubro mojadas. No me extraña, valla polvazo estábamos echando. Sonrío mientras quito la camiseta agujereada que tengo por pijama y me introduzco en la ducha, tengo que hacerlo corriendo, la cita es en menos de treinta minutos. Una vez enjabonada, cojo la alcachofa para enjuagarme. Acerco la alcachofa a mi coño para enjuagarlo bien, me gusta ir aseada al médico, sobre todo si ese médico te va tocar el conejo durante 15 minutos, y de mi boca sale un ligero gemido que me hace comprobar lo sensible y caliente que estoy aún. Necesito introducir la alcachofa en mi coño y acelerar la presión del chorrito para correrme antes de marchar, pero no da tiempo, tengo que hacer mil cosas más antes de salir de casa.
Abandono la idea y salgo a regañadientes y luchando conmigo misma para disponerme a secar el pelo, vestirme y maquillarme un poco. Especialmente hoy, tengo la necesidad de ir guapa al médico.
***
- Señorita Megan Greene.
La voz de la enfermera llega a mis oídos y entro a la consulta. Cristopher se encuentra de pié junto al lavabo, tirando sus guantes y lavándose las manos. Se seca mientras yo espero paciente junto a la silla. Sé que se acercará a saludarme con un apretón de manos. Siempre lo hace y por supuesto no me equivoco.
-Hola Megan, ¿qué tal todo?.
-Bi.. bien-. Contesto tartamudeando y pensando que cojones estoy haciendo. Yo nunca tartamudeo. Y enseguida averiguo la razón de mi gilipollez. Las imágenes de él follándome bombean mi cabeza una y otra vez y a mí me da vergüenza.
Tras un corto tiempo preguntándome cosas necesarias para la exploración, la enfermera me indica que pase tras la cortina, me desnude y me suba a la camilla. No tengo prisa al hacerlo, con lo nerviosa que estoy, todo lo más que las bragas se enreden en mi pié y caiga allí despatarrada con todo el potorro al aire. Subo en la camilla y la mujer regordeta me pone una especie de sábana de papel por encima, de la que después de varios años usándola en cada visita, no entiendo la utilidad, ya que de todas maneras el doctor va ver tu coño más profundo que nadie. Con sábana o sin ella.
Llaman a la puerta y abren directamente, sin esperar un simple "adelante" por parte del doctor o la enfermera. La cortina que tengo frente a mí está abierta y cuando ese médico entra en la consulta sin más, agradezco tener la puta sábana de papel a la que le acabo de encontrar utilidad. Hago un corte de manga interiormente a la vida por darme ese "ZAS, en toda la boca" en un momento tan crítico de mi día.
- Emma, ¿puedes bajar? Te buscan y es importante?. Esta mira al médico y él asiente.
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