OJOS TRISTES
Sus ojos me atraparon, envolviéndome en el frenesí de su mirada triste, acorde con la expresión de su frío rostro.
En las nocturnas de mi alcoba visitábame, y cogiéndome de la mano me guiaba al submundo... su mundo oculto a los ojos mortales.
Era una noche lluviosa, aquella que aun recuerdo, ahora en éste cuerpo de adulto encanecido por las tristes noticias.
Su mirada me dicto que la siguiese hasta el umbral de la puerta, que se abría en una de las paredes de mi cuarto.
Cuando salí al exterior la ví, allá en lo alto, me miraba desde "la Colina de la luna" y su porte era el de una Diosa de las más grandes que el Olimpo hubiese visto nacer.
Caí en la cuenta al instante: ella no me correspondía, se burlaría de mi una y otra vez, ¿qué demonios hacia yo allí?.
Mi meta era aquella Colina, así que me dirigí como un animal herido por el hambre hasta su presa.
Me acompañaban gentilmente las hadas de aquel sitio místico-mágico, las cuales se escondían entre las nubes de color "laspilázuli", un tono muy bello, nunca visto antes en mi mundo.
A mi izquierda asomaba un camino tuneado con colores llamativos, algunos de los cuales desconocía completamente.
Las hadas me indicaron que cogiese el citado para llegar cuanto antes a mi destino, ¿sigo aquí?... me preguntaba mi mente pueril.
Decidí seguir los consejos de las adorables "pequeñitas" y empecé a caminar por aquella ruta con la esperanza de volver a ver aquellos "ojos tristes" que me tenían embelesado.
Todo lo que me rodeaba era fantástico, de veras os lo aseguro, lo recuerdo con la alegría y la enseñanza de los años.
Bosques llenos de "árboles parlantes" me observaban con la calma de los años vividos en aquellos parajes, algunos seguían lentamente mis pasos y si me volvía para cazarles paraban de raíz su marcha.
Los ríos, de tonos perlados, me hablaban con sus burbujeantes sonidos de aguas frescas y serenas, calmosas en sus riberas.
Las montañas parecían elásticas, pues se retorcían y "muelleaban" como mecidas por el aire que gritaba débil sobre mis orejas, avisándome de cosas que no comprendía, en un dialecto extraño y alegórico.
Mi estado era indescriptible, nunca me había encontrado mejor. Las penas y tristezas se marchaban de mi lado en aquel lugar.
El tiempo no era controlable; ande y ande sin notar el mínimo cansancio ni agotamiento del intelecto, todo lo contrario.
A las puertas de un Castillo dorado dieron mis andanzas. Las almenaras pintadas en "verdiazilgrisnegro" me dejaron con la boca dentada en leche abierta, lleno de curiosidad avance con la intención de traspasar el umbral.
Allí encontré a mi amor de juventud, a mis "ojos tristes". La quise besar en sus dulces labios melosos, pero al instante se esfumó como el humo en las ventiscas del Norte.
La busqué desesperadamente por el enorme Castillo; al fin la encontré en el trono, de cuyo nombre me reservo para pronunciarlo en secreto.
Era la Reina del submundo, del "sueño olvidado". Quise hablar con ella, pero su dedo índice toco mis labios dejándome mudo y paralizado a la vez, entonces ella hablo con la voz más dulce que recuerdo en mis ahora días:
- Éste es mi reino y no puede ser compartido con ningún mortal. Yo soy la más odiada y la más querida de todo lo que aquí emana alegría o tristeza.
A ti huésped de lo simple te doy el don del "resplandor", a cambio penaras hasta el final de tus días.
Vivirás en paz, pero no te dejaran la paz que hubieses, y que otros quisiesen que no tuvieses.
Lloraras, veras el mundo desde otra dimensión, siempre esperando una señal.
No te apures, al final volveremos a encontrarnos para unir nuestro amor, ahora imposible, pero te prometo que será eterno, eterno, eter....
Sudores fríos me recorren el cuerpo, el latido de mi corazón es arrítmico, incontrolado, frenesí de furia pueril de maitines en mi cama.
Despierto, doy un salto, me preparo para ir a la escuela y verla de nuevo. Estoy nervioso, la mañana se presenta dichosa.
Su banco está vacío... pregunte por ella a diario, nadie la había visto, ni siquiera sus presuntos padres a los que yo conocía.
Se que "ojos tristes" existió espero verla cuando me llegue la oscuridad.
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