En el baño de mi trabajo pensando en Rodrigo

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Soy del tipo de chica calentona que valora mucho el trabajo manual... me imagino que saben a lo que me refiero.

Pese a que tengo muchos compañeros sexuales -disfruto de la variedad de vergas que hay en este mundo y no tengo novio- nunca dejo de lado una rica corrida provocada por mí misma con las manos o mi querido 'Christian Grey' (mi consolador de doble punta guardado en la mesa de noche, pero eso es otra historia que pronto contaré).

Hace poco ingresó nuevo personal en la compañía en la que trabajo y dentro del grupo está el sexy diseñador gráfico Rodrigo Perdomo. Él está buenísimo. Tiene una pinta de chico cool. Es alto, trigueño, con corte rapado, arete en la oreja, jeans, camisa ajustada, converse y lo que más me llama la atención: unas gafas con marco negro y patillas amarillas, que para mí, lo hace un joven muy interesante.

Desde que entró he hecho todo lo posible para llamar su atención pero todo indica que está profundamente enamorado de su novia de hace dos años, o bueno, eso me dijo cuando me metí en el papel de "quiero ser tu amiga".

El día que más me calentó fue cuando llegó a trabajar con aquella camisa blanca, en la que se pintaban sus tetillas y lo grande de sus musculosos brazos, producto de dos horas diarias de gimnasio.

No podía dejar de mirarlo, creo que no disimulé. En un vano de intento traté de regresar a mi trabajo pero siempre volvía a la figura de aquel adonis y más cuando en medio de su concentración levantaba su camisa y comenzaba a jugar con la línea de vellos que recorre el ombligo hasta su pelvis.

"¡Wooooowwww... estoy súper cachonda!", pensé y mi vagina lo confirmó contrayéndose para darle paso al babosito líquido que indica que estoy lista para ser clavada.

Enseguida me pongo de pie y voy corriendo como alma que lleva el diablo al baño. Bajo la tapa del inodoro, levanto mi vestido largo color negro, me quito la tanga y efectivamente compruebo que estoy tan empapada que mis jugos se derraman entre mis piernas.

Me siento en el sanitario y toco mis tetas que están grandes e hinchadas. Ohhhh siento súper delicioso por encima de la tela de algodón de mi atuendo. Tengo ganas de más, entonces bajo el escote de mi vestido, las copas de mi sostén y libero mis tetonas. No es por nada, pero considero que tengo unos senos enormes, bonitos y deliciosos. Me los masajeo con ambas manos y estiro mis pezones con un poco de rudeza... "Aaahhh", reprimo un ruido porque me pueden escuchar mis compañeros.

Cuando ya no puedo más, bajo mi mano derecha y llego directo a mi concha "cómo quiero que me la mames Rodrigo", digo en voz baja y comienzo a imaginar su lengua en mi sexo. Para darle más realidad mojo mis dedos con saliva y me masajeo el clítoris "¡hijo de puta... qué rico!", balbuceo, mientras me entrego a la deliciosa sensación de placer.

Pero sigo con ganas de más. Por lo menos quiero un dedo dentro de mi concha y para estimular mi hueco me imagino cómo será la polla de Rodrigo. Pienso que es gorda, cabezona y que me hará gritar como una desquiciada. Con esa imagen fresca en mi mente me meto un dedo. Lo introduzco y lo saco con fuerza como si fuera esa verga. Acepto que soy una chica golosa. Abro más mis piernas y me meto otro, un tercero y finalizo con cuatro dedos. "¡Ohhhhh que rico se siente!", exclamo mientras me revuelvo en el baño, cierro mis ojos y me dejo llevar en un explosivo orgasmo que se apodera de mi cuerpo, hace hervir mi sangre, cosquillea mi estómago y contrae mi conchita.

Al sacar los dedos de mi interior, me doy cuenta que gotean y con orgullo compruebo que me corrí literal. "¡Me hice agua!", susurro entre risas.

Después del éxtasis y poco a poco dejando de lado la respiración entrecortada me incorporo, pongo mi ropa interior y me miro en el espejo. Mis mejillas están rojas y una niña con ojos grandes color cafés, sonrisa pícara, piel canela, cabello largo y oscuro me mira a través del espejo. Es mi imagen, la de una joven de 24 años satisfecha.

Para darle un toque de emoción no lavé mis manos, solo las sequé. El leve aroma de mi sexo quedó impregnado en mis extremidades y ya fuera del baño me acerco a Rodrigo, le tapo los ojos y jugueteo: ¿adivina quién soy?


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